Una traición que cambió mi vida
Fecha: 11/05/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Me llamo Sara y me consideraba un alma libre, estaba convencida de ser incapaz de ser fiel a ninguna de mis parejas. Por eso jamás tuve una relación que pasara de follamigo, de esa manera no hacía daño a nadie y nadie me hacía daño a mí. No puedo asegurar que nunca terminara engañando a nadie de forma involuntaria, cuando tenía alguna sospecha de que eso estaba ocurriendo contrataba cualquier relación con esa persona.
En mi familia éramos tres personas, mi madre, mi padre y yo, Mi madre y yo no teníamos la mejor de las relaciones. Con mi padre era distinto, él se desvivió por mí desde el mismo día de mi nacimiento. Tengo que decirlo, el día de la semana que más me gustaba, era el día que íbamos al campo a ver a su equipo preferido. A mí el fútbol no me gustaba, pero verlo disfrutar y más importante pasar tiempo con él lo compensaba con creces.
Los amigos de mi padre eran la monda, me hartaba de reír con ellos, creo que en los años que llevaba acudiendo a ver fútbol con mi padre y sus amigos. Jamás puse atención al partido, siempre atenta a los gestos, pero sobre todo a la sonrisa del hombre que más feliz me hacía en este mundo. Ganara o perdiera el equipo de mi padre siempre salía con una sonrisa del campo, para él lo más importante era el tiempo que pasaba a mi lado.
Empecé a quedar con uno de los nuevos amigos de mi padre, en realidad el amigo era su abuelo. Este había hederado su asiento cuando su abuelo no pudo volver a ir por una enfermedad, en algunos ...
... descansos tuvimos nuestros momentos. Alguna vez le comí la polla y él me comió mi encharcado coñito, no fue siempre y pronto me di cuenta de que no me convenía. Le empezó a molestar que abrazara a los demás amigos de mi padre, que me cogieran de la cintura para celebrar un gol que ni siquiera había visto. Empezó a creerse con derecho de decirme lo que tenía que hacer y lo que no.
Le corté rápido.
• Tú quien te crees que eres – le espete enfadada.
• Ahora estas conmigo y te prohíbo acercarte a otros.
• ¿Qué me prohíbes?, ¡tú de que caverna has salido!
En un momento dado sé mal entono e hizo el amago de darme un tortazo, entonces apareció mi padre con sus amigos. Todos tenían una cara muy seria y se dirigieron al chico.
• Sara lleva viniendo a ver los partidos con nosotros desde que era una niña, por eso todos nos creemos un poco su padre – dijo un amigo de mi padre.
• Si tu abuelo se entera de esto se decepcionara mucho, espero que sea la última vez que apareces con nosotros – dijo otro amigo.
• Si mi vista no me engaña has intentado levantar la mano sobre mi hija, has cometido dos errores, el primero cabrearme y el segundo cabrearla a ella.
El chaval se giró para mirarme y lo único que vio y sintió fue mi mano golpeándole la cara, se quedó sentado en el suelo tocándose la cara mientras yo volvía con los demás a la grada. Su abuelo se enteró y lo primero que hizo fue llamarme para pedirme perdón, además para pedirnos una cosa a mi padre y a mí. Que de vez en ...