Melanie
Fecha: 14/05/2024,
Categorías:
Transexuales
Autor: isralopez, Fuente: CuentoRelatos
Cuando escuché los toquidos en la puerta no sabía ni cómo me llamaba.
Poco a poco fui entrando en tanta razón como mi cerebro, apelmazado y entelarañado lo permitía.
Nuevamente los toquidos. Mi cabeza se sentía pesada. Pasé gran parte de la noche buscando ligar en un chat. El haber dormido con la ropa puesta y en mi casa hablaba de mi poco éxito. Me levanté pesadamente a la puerta antes de que los toquidos se repitieran. Abrí la puerta.
-Buenos días, tío- Me saludó mi sobrino. A sus veintidos años, sin oficio ni beneficio, era la vergüenza de la familia. No por no tener oficio ni beneficio. Algunos primos eran devotos de esa religión. Era la burla por su forma delicada y esbelta. Todos mis hermanos y yo, somos de espalda amplia, hombros altos y fuertes, con manos grandes y rasgos de gorila domesticado. Mi sobrino, para su mala fortuna, heredó casi todos los genes de su madre, que, si bien en una mujer son apetecibles (perdón, hermano, pero tu mujer se antoja), en un hombre se ven incluso molestos. Su cuello delgado y alto, sus rasgos delicados y brazos enclenques, mas unas piernas largas y lampiñas no le permitieron nunca encajar con sus primos.
-Buen día- Le dije -Pasa- cerré tras de mi la puerta. Quizá lo que más me molestaba no era su delicadeza de figura, era el modo en que se conducía, como si no se avergonzara siquiera. Vestía ropa negra pegada, con cabello casi al hombro y jeans ajustados. No me extrañaba entonces que nunca hubiera encajado: con esa facha ...
... parecía más una chica que un hombre.
Mi sobrino había venido a hacer limpieza en mi casa. No tener trabajo era pesado para sus padres y lo obligaban a venir cada dos semanas a trabajar para mí. No le pagaba gran cosa y eso, junto con venir a fuerzas, se reflejaba en su ánimo. Pasó y sin decir más, se dirigió a la cocina.
Regresé a la habitación. Decidí darme un baño para terminar de sacar la desvelada y el alcohol de la noche anterior. Ya en la ducha, decidí darme una buena jalada. A mi verga le costó menos tiempo despertar que a mí. Comenzaba ya la parte rica cuando el agua se puso tan fría que me sacó de mi ritmo.
-¡Hey! - grité- ¡Me estoy bañando, deja la pinche agua caliente!-
Salí a vestirme de muy mal humor. Un rato después, en jeans y playera, regresé a la sala. Mi sobrino había terminado con la cocina y estaba ahora en el baño limpiando. Nuevamente, toquidos en la puerta.
-Vecino, buenos días- me dijo la chica del piso de arriba. -Fíjese que me quedé sin gas y no ha pasado el camión. ¿Cree que sería posible que me permitiera darme un baño?- dijo juntando los codos en el modo que sólo las mujeres saben hacer. Su piel morena capuchino, su cabello negro, ese par de tetas deliciosas y esas mallas deportivas que definían sus piernas me hicieron recordar que me quedé a medias en la regadera.
En mi mente corrieron cien escenarios donde en todos me la cogía como perrita. No es que alguno de esos escenarios fuera probable, pero la sangre de mi cerebro estaba ...