Melanie
Fecha: 14/05/2024,
Categorías:
Transexuales
Autor: isralopez, Fuente: CuentoRelatos
... vuelta para pasar de nuevo su hábil lengua por todo mi glande escupiéndole y distribuyendo su saliva. Después, obedientemente, volvió a ponerse en posición.
-Con cuidado, ¿si?- dijo mientras levantaba de nuevo su culito invitándome a poseerla. Volteando su cabeza me miró con esos hermosos ojos. -Es mi primera vez- me dijo quedamente antes de hundir su cabeza en la almohada.
Mi verga tomó vida propia y comenzó a explorarla poco a poco. Despacio, un milímetro a la vez. Ella, valiente, lo fue aceptando abriendo sus nalgas con sus manos. Aguantando el dolor, mordiendo las sábanas para no gritar. Como toda una guerrera aguantó hasta que mi raíz estaba firmemente recargada en sus nalgas.
-Es... Tan grande...- dijo ella.- Me encanta.
Despacio, delicadamente, comencé a bombear. Poco a poco, sólo unos milímetros. Extendiéndome poco a poco. Un par de centímetros. Ella jadeaba al compás, quedamente, recatadamente. Fui aumentando mi recorrido tomándola de la cintura para mantener el ritmo. Ella gemía, entre el dolor y el placer, pero siempre encontrando su cuerpo con mi embestida.
Nuestros movimientos y gemidos fueron subiendo en intensidad. Dejó de estar inclinada hacia abajo, subiendo poco a poco. La abracé sin salir de ella, rodeando su pequeño cuerpo, una mano en su cuello, la otra en sus diminutos pechos. Mi boca en su nuca, sus hombros, a momentos su boca, pero siempre sin dejar de bombearla.
-Me encanta, tío... Dame más, así- me decía ella, jadeante.
-¿Quieres ...
... montarme?- le pregunté. Ella, por respuesta, se separó y me empujó por los hombros hasta recostarme en la cama. Sin dejar de mirarme, se sentó a horcajadas en mi cintura. Apuntó la cabeza de mi verga a su entrada y entrecerrando los ojos comenzó a ensartarse despacio, disfrutándolo. Dándome todo el placer prohibido que podía.
Verla así, moviéndose despacio, rebotando cada vez más frenéticamente, con el bra a medio hombro, y su pequeña verga rebotando en mi estómago era un espectáculo de dioses. La tomé por la cintura para guiarla. Mi verga en su estrecho anito sentía cada milímetro de movimiento. El calor de su cuerpo se concentraba en mi pelvis. Sentía a mi verga más dura que nunca, y acumulando presión. El final no estaba lejos.
La tomé por las manos, nuestros dedos entrelazados. Ella cabalgando a un ritmo enloquecedor, su mirada de lujuria concentrada en mis ojos. Sabía que estaba a punto de estallar.
-Tiooo! Gimió cuando sintió en su colita mi primera palpitación. Un abundante chorro de leche la mojó por dentro. Ella se detuvo, con la boca y los ojos abiertos por completo, respiración detenida. Un segundo, un tercer espasmo. Pude sentir mi leche llenándola. Completándola.
Unos espasmos después, ella aún sin respirar, apretó mis dedos en sus manos y, abajo, en mi verga, sentí su primer espasmo. Un instante después su leche me mojaba el pecho y el estómago. Una voz grito desde atrás de mi cerebro que era algo asqueroso tener la leche de otro hombre en mí, pero, ...