1. Basilia


    Fecha: 19/05/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Basilia, apodada "La carnicera", tenia 44 años y estaba soltera, era morena, muy alta para los años setenta, entrada en carnes, con buenas tetas, buen culo, con nariz aguileña y labios finos, que en su vida los pintara... Era una mujer que no hacía volver la vista a los hombres, pero tampoco hacía nada para que la volvieran. Ni se preparaba ni gastaba un duro en ropa. Basilia, criaba, mataba y vendía la mejor ternera, el mejor cabrito, el mejor cordero, lo mejor del cerdo, vendía de todo, pero ya se sabe que siempre hay algo que destaca en los productos que alguien vende y lo que más fama tenía de todo lo que vendía eran sus chorizos. No eran cómo los que se compraban en la tienda, eran el doble de largos y el doble de gordos, con uno de estos chorizos y un trozo de pan quedaba harta cualquiera persona adulta.
    
    Yo tenía 16 años y estaba cachas. Estudiaba cuarto de bachiller en el instituto y hacía de todo. Lo mismo pintaba una casa, que partía leña, que hacía recados, el caso era hacer dinero para poder salir los días festivos, y con un recado comienza esta historia. Basilia me diera 100 pesetas y me mandara al mercado a buscar un paquetito en el puesto de la Distraída. No era la primera vez, ya me mandara dos veces más. Y claro, cómo el paquetito, que era del tamaño de una caja de aspirinas, venía siempre muy bien envuelto, nunca supe que era lo que transportaba. La curiosidad es una ramera que no respeta edades, así que de vuelta del mercado, me senté en una roca que ...
    ... había a un lado del camino y con el cuidado de quien anda con huevos, fui abriendo el paquete hasta que dejé la caja al descubierto. Al verla quedé con la boca abierta.¡Eran condones! ¿Quién estaría follando a Basilia? Siempre fui un peliculero, pero no era capaz de ponerle cara al tipo que se la follaba. Desde ese momento mi meta ya fue dar con el amante, mujer no era, a no ser que Basilia tuviera polla. ¿Y si la tenía? Sería una bomba. Olí la aventura. Tenía la presa y no la iba a soltar hasta que la cazase.
    
    Al vivir en una aldea hacíamos las necesidades en un orinal y después por la mañana lo vaciábamos en un lugar del corral hecho con helechos, y con ellos los tapábamos los orines, pero si se quería hacer necesidades mayores había que levantarse e ir a la huerta, por eso si me levantaba de noche a nadie que estuviera despierto le extrañaría, y de noche me levanté, no una sino diez noches seguidas, y las diez fui a la huerta de Basilia, ya que a ella daba la ventana de su dormitorio. Siempre encontraba la habitación con la luz apagada y con las cortinas corridas, pero esa noche estaba la luz encendida y las cortinas sin correr, asomé la cabeza y vi desnuda a Basilia sentada en el borde de la cama. Le estaba metiendo un condón a un chorizo. Se lo metió, llevó el chorizo a la boca y lo chupó. Se echó boca arriba en la cama, dejó el chorizo encima de la cama, cerró los ojos, se cogió las tetas con las manos y empezó a magrearlas. Se iba a hacer una paja. Saqué la polla, ...
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