1. Basilia


    Fecha: 19/05/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... empalmada, y la meneé mirando cómo se tocaba. Basilia abrió las piernas, metió entre ellas una mano y se masturbó. Después cogió el chorizo y lo frotó en el coño. Dos dedos de la otra mano pellizcaban los pezones. Acto seguido flexionó las piernas y se metió el chorizo en el coño. No veía cómo lo metía y lo sacaba, pero lo supe porque los movimientos de su brazo eran de meter y sacar. Estaba empalmado cómo un burro y a punto de correrme cuando Basilia miró para la ventana y me vio (sin darme cuenta y para ver mejor me había puesto en medio de la ventana). Se encogió con el chorizo dentro del coño, y cuando quiso levantarse de la cama, para hacerme Dios sabe que, se tambaleó, se le juntaron las piernas por arriba y se le abrieron por abajo, le comenzaron a temblar, y con ellas temblaron sus grandes tetas, se le entornaron los ojos, tapó la boca con una mano, y estiró un brazo intentando apoyarse en algo con la otra, pero nada encontró, se fue encogiendo cómo un acordeón hasta que su culo acabó besando el frío piso de la habitación. Mi culo se apretó y mi polla empezó a vomitar leche cómo si fuera un volcán echando lava. El primer chorro dio contra el cristal y fue bajando lentamente hasta llegar a la madera, el segundo se pegó a la pared y los otros me inundaron la mano.
    
    Basilia, al acabar de correrse, me miró con ojos de loca, le sacó el condón al chorizo y le metió un mordisco que lo tronzó por la mitad. Era una amenaza en toda regla. Me estaba diciendo que me iba a ...
    ... partir la polla de un bocado por haberla espiado. No me iba a acojonar. Levanté mi mamo derecha y mirándola con ojos de lujuria, lamí la leche que había entre mis dedos y el de la palma, diciéndole que yo era más sutil, que si la pillaba le comía el coño. Después, me di media vuelta y me fui.
    
    A la mañana siguiente, cuando yo aún estaba en cama, Basilia llegó a mi casa. Estuvo hablando con mi vieja. De lo que pasara la noche anterior no era, eso lo tenía más que claro... Al desayunar, me dijo mi vieja:
    
    -Tienes que pintarle la casa a Basilia. Llegué a un acuerdo con ella.
    
    Eso era nuevo para mí, le dije:
    
    -Un momento, cuando hago ese trabajo es para mis vicios.
    
    -Y el vicio más grande que tienes es el de comer. El precio que acordamos es que durante seis meses nos dará los sábados seis costilletas de cerdo y los domingos seis filetes de ternera.
    
    En fin, que el sábado siguiente le fui a pintar. Eran las nueve de la mañana cuando llegué a su casa con mi funda blanca, mi brocha, mis pinceles y mi rodillo dentro de un cubo de goma. La puerta estaba abierta. La llamé:
    
    -¡Basilia!
    
    Sin asomarse, me respondió:
    
    -Entra y cierra la puerta.
    
    Entré y dejé la puerta abierta por si tenía que salir corriendo. Fui hasta la cocina, y allí estaba, de pie, frente a la cocinita de hierro con uno de sus chorizos en la mano y sonriendo cómo si la noche anterior no hubiese pasado nada. Echó el chorizo en una sartén con el aceite hirviendo, y me dijo:
    
    -Me gusta desayunar fuerte. ...
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