1. Basilia


    Fecha: 19/05/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... El desayuno es la comida mas importante del día. ¿Desayunaste?
    
    En mi casa había caldo para desayunar y yo lo detestaba. A las once era la hora del bocadillo y sabía que en la casa de Basilia, si no salía por patas, de comer no me iba a faltar, lo que no esperaba era que fuese tan pronto. Le dije:
    
    -La verdad es que no.
    
    -¿Quieres que eche en la sartén otro chorizo y un par de huevos?
    
    -Echa.
    
    La cocina era de los mejores, de la aldea. Tenía una cocinita de hierro Hergom, con su puerta central para el horno, y sus pequeñas puertas en el lateral izquierdo para echar la leña, arriba, y para la ceniza, abajo. Los adornos que tenía era una barra dorada en la parte superior y tres tiras doradas en la puerta, y por estos adornos era de las caras. En las paredes tenía azulejos con detalles azules, y en el piso baldosas marrones (eran iguales en todo el piso de la casa). En frente de la cocinita estaba una mesa con cuatro sillas y al lado de ella, pegada a la pared, una alacena de madera de roble. Lo único que desentonaba era un cajón lleno de leña que había debajo de la ventana y un cordel que iba de la chimenea a la pared donde colgaban los chorizos, ya que hasta el canario que había en una jaula junto a la ventana trinaba cómo un ruiseñor, eso sí, mientras hizo ruido el aceite hirviendo con los chorizos y los huevos, que después se quedó mudo.
    
    Antes de sentarnos a la mesa para desayunar abrió una puerta de la parte de arriba de la alacena y sacó una jarra de dos ...
    ... litros, de la parte de abajo sacó un garrafón y llenó la jarra de vino tinto. No sé si tomasteis alguna vez vino desayunando, si no lo tomasteis, os diré lo que pasa, que se sube a la cabeza una cosa mala. Por más que comas es igual, yo ya había comido el chorizo y mojado pan de mollete en las yemas de los huevos y al tomar el segundo vaso cogí el pedal.
    
    Al verme mareado, me entró. Sabía que alma borracha no miente.
    
    -Tenemos que hablar de lo de ayer noche.
    
    Saqué mi vena conquistadora. La que me sale a estar pedo.
    
    -Hablemos, palomita, hablemos.
    
    A Basilia le entró la risa floja. Al parar de reír, dijo:
    
    -La tajada es más gorda de lo que yo pensaba.
    
    -No estoy tan borracho cómo piensas. ¿No querías hablar de lo de ayer noche?
    
    -Sí. ¿Por qué me espías por las noches? Puedes hablar sin miedo.
    
    Le respondió el valiente que hay dentro de todos los borrachos.
    
    -¿Miedo yo? ¿Qué es eso?
    
    La mujer, que vestía una blusa gris, una falda castaña, y que calzaba unas sandalias, se armó de paciencia.
    
    -Ya veo que no lo tienes. ¿Por qué me espías?
    
    -Quería saber para quien comprabas los condones. Nunca imaginé que fueran para un chorizo -me dio la risa-. Un chorizo. ¡Manda carallo!
    
    Basilia abrió un botón de la blusa y vi el principio de su canalillo. Me estaba seduciendo. Mi polla se empezó a poner dura.
    
    -Hace calor aquí. Debe ser la cocina de hierro.
    
    -No creo -le miré para el canalillo-. Yo también lo tengo y no es por la cocina.
    
    Volvió a lo que estábamos ...
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