1. Basilia


    Fecha: 19/05/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... hablando.
    
    -Así que abriste el paquete. ¿Te parece bonito lo que hiciste?
    
    La vista de la puerta del paraíso me hizo creer el puto amo. Me hice el interesante.
    
    -Habida cuenta del resultado, sí.
    
    Fue cómo si le hubiera hablado en chino. Me preguntó:
    
    -¿Habida cuenta de qué?
    
    -Del resultado. Te vi con las manos en la masa. ¡Y qué masa!
    
    -¿Te gustó lo que viste, pájaro?
    
    -Más me gustaría poder gozar de ellas, nena.
    
    A Basilia le gustaba lo que oía, aunque quien hablara fuera el vino.
    
    -Si te triplico la edad, tonto.
    
    -¿Y qué? La fruta madura es a que da mejor zumo.
    
    -Esta fruta madura te podría matar entre sus piernas.
    
    -¿Tú a mí? ¡Anda ya! Te pegaría tres pollazos y te pondría a mirar para Cambados.
    
    -Eso no se lo cree ni la burra del Hermenegildo.
    
    Me levanté, me toqué el paquete, subí el cuello de la funda, y le dije:
    
    -Ponte en pie si tienes coño, bonita.
    
    Tenía. ¡Vaya si tenía! Me preguntó:
    
    -¿Cerraste la puerta?
    
    -No.
    
    -Pues vete a cerrarla, y cierra con llave.
    
    Fui e hice lo que me había dicho. Al volver a la cocina, se levantó. Me puse delante de ella. Me quitaba una cuarta de altura. Cómo no le llegaba a la boca. Le abrí la cremallera lateral de la falda, le quité el corchete y la falda le cayó al suelo de la cocina. Debajo de la falda llevaba una enagua de seda que le daba por encima de las rodillas. Se la quité. Después le bajé sus grandes bragas blancas. Tenía piernas bonitas y peludas. Su coño no era cómo el de las ...
    ... chavalas con las que jugara. Aquel coño era un señor coño. Tenía la raja más grande que mi boca y una mata de pelo negro tan grande cómo la selva del Amazonas, exagero, vale, pero era un coño talla XXL, era un coño de película. Le puse las manos en la cintura, le pasé la lengua por el coño y sentí cómo se estremecía. Me subí a la parra.
    
    -¿Tiemblas, pequeña?
    
    -Tiemblo, machote.
    
    Le di un repaso con mi lengua en los labios hasta que fui a por su clítoris. Basilia recibió mi lengua en él con un gemido. Seguí lamiendo, y cuando ya tenía el coño chorreado, me preguntó:
    
    -¿Te gusta tu leche?
    
    Lamí su clítoris, despacito, de abajo arriba, y después le pregunté:
    
    -¿Estuviste pensando en lo que hice por la ventana?
    
    Volví a lamer su clítoris.
    
    -Sí, cada vez que recuerdo tu lengua lamiendo la leche me caliento.
    
    Ya me monté la película.
    
    -¿Te metiste otra vez el chorizo pensando que eras tú la que lamías mi mano?
    
    Seguí lamiendo. No me respondió a la pregunta. Me volvió a preguntar:
    
    -¿Te gusta tu leche?
    
    Le di una lamida en el coño de abajo arriba con la lengua plana, me tragué los jugos, y le respondí:
    
    -Me gusta más el sabor de tu coño.
    
    -¿A qué sabe la leche de un hombre?
    
    -Mama mi polla y lo sabrás.
    
    Basilia me cogió por los pelos, me levantó y me metió un morreo que me dejó sin aliento, después me abrió la cremallera de la funda y vio que no llevaba ropa interior y que estaba empalmado. Se puso en cuclillas y me la mamó. No sabía mamar, pero la metí en ...
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