1. La reina (I)


    Fecha: 20/05/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: El otro yo, Fuente: CuentoRelatos

    ... confusión, la sorpresa y el miedo le habían impedido notar que sus extremidades, a pesar de estar inmovilizadas, no sufrían ningún cansancio pese al tiempo que llevaba en esa posición.
    
    -Si te portas bien –prosiguió la mandataria– pronto te liberaré
    
    -¿Si me porto bien? -Respondió el prisionero con tono calmado- ¿A qué se refiere con eso?
    
    -De momento a que te relajes –dio poniendo una mano sobre el torso del enviado. Colocó su dedo índice justo en el centro de su pecho y comenzó a acariciar al emisario a través del guante. Este era uno de sus fetiches a la hora de hacer suyo a un hombre. Le excitaba la forma en que la piel de sus víctimas se erizaba al tacto de la punta enguantada de sus dedos. Miró al enviado a los ojos y este le esquivó la mirada, girando su cabeza. El cuerpo del enviado se tensó al sentir el contacto de la reina.
    
    -Esto no es correcto – rotestó luego de unos instantes.
    
    -Yo soy la reina de este lugar y decido que es lo correcto y que no. Pensé que te ayudaría a relajarte.
    
    -Discúlpeme, no quise ofenderla. Solo que me es difícil relajarme en esta situación. Continúe por favor.
    
    La reina volvió a colocar su mano sobre el torso de su presa y lo rodeo, de manera de quedar nuevamente frente al emisario. Este nuevamente esquivó verla
    
    -¿Por qué evitas mirarme? ¿No te gusta lo que ves?
    
    -No es eso…
    
    -¿Qué es entonces? -Dijo la reina tomando suavemente la cara del prisionero y girándola hacia su rostro.
    
    -Su vestido es algo revelador y no ...
    ... me parece correcto estar mirándola.
    
    -Me vestí así especialmente para ti.
    
    -¿A qué se refiere con eso?
    
    -Sé que te agrada mirarme.
    
    El enviado se avergonzó e intentó nuevamente desviar la mirada. La reina tomó su rostro suavemente con la mano que tenía sobre él y se lo giró hacia ella. Notó que ya estaba cayendo en sus manos, puesto que no opuso resistencia
    
    -Relájate. Me resulta agradable que se fijen en mí. ¿Acaso no me encuentras atractiva?
    
    -Discúlpeme su majestad, me cuesta pensar en usted en esos términos.
    
    -Antes que reina soy una mujer. Además, eso nunca te impidió mirarme disimuladamente
    
    El enviado se enrojeció levemente, pero no giró su rostro. La reina volvió a colocar su dedo índice en el pecho de su presa y a moverlo de arriba a abajo con parsimonia. El prisionero no quitaba los ojos de los de su captora. Esta notaba que él seguía tenso. Le estaba empezando a costar mantenerse firme. Sonriéndole finalmente la reina dijo:
    
    -Si sigues obligándote a mantener firme la mirada jamás te relajarás.
    
    -Lo siento Su alteza, pero sigue sin parecerme correcto.
    
    -Eso es porque estás pensando demasiado. En ocasiones hay que dejar de lado el pensamiento y hacerle caso a los deseos del cuerpo. Cierra los ojos –el prisionero obedeció– Muy bien. Relaja la respiración. Inhala y exhala con calma.
    
    Poco a poco la respiración del prisionero se hizo más lenta y pesada. La reina no dejó de acariciarle el torso en ningún momento. Cuando lo encontró relajado le dijo ...