1. La reina (I)


    Fecha: 20/05/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: El otro yo, Fuente: CuentoRelatos

    ... que abriera sus ojos. La mirada del enviado se concentró en los pechos de la soberana. Los veía subir y bajar armoniosamente con su respiración, que tenía el mismo ritmo que la suya.
    
    -¿Qué es lo que desea tu cuerpo ahora? –le preguntó con pausa.
    
    -Desea –dudó si continuar. Una voz cada vez más pequeña le decía que eso no era correcto– ver…
    
    -¿Mis pechos? –completó la frase la carcelaria llevando sus manos a los tirantes del vestido
    
    -Aha –asintió hinoptizado el joven prisionero.
    
    La reina pasó los tirantes por sus brazos y descubrió con lentitud sus senos. El enviado los miraba maravillado. Quería agarrarlos y chuparlos, pero no se atrevió a moverse. La reina sonrió al ver la actitud de su presa. Volvió a colocar una mano sobre su cuerpo y acercó su boca a la de este despacio hasta unir sus labios en un corto beso. Ambos gimieron al separarse y el pene del prisionero despertó lo suficiente como para no pasar desapercibido a su captora.
    
    -¿Cómo te sientes ahora que obedeciste a lo que tu cuerpo deseaba?
    
    -No estoy seguro –respiró en forma amplia y calmada– Por un lado, me siento bien. Tranquilo y sin ninguna vergüenza. Por otro lado, deseo más –La reina sonrió complacida.
    
    -¿Ves cómo hacer caso al cuerpo nos ayuda a relajarnos? –el enviado asintió con su cabeza- ¿qué más es lo que deseas?
    
    -No sé si sea correcto decírselo.
    
    -Dímelo. Si no me resulta agradable simplemente no complaceré tu deseo –respondió la captora sabiendo con certeza que era lo que ...
    ... deseaba su prisionero.
    
    A pesar de las palabras de la reina el enviado no estaba seguro de si le convenía o no decirle lo que anhelaba. Viendo sus dudas la reina sonrió y acercó sus labios al cuello de su víctima y bajó despacio la mano que lo acariciaba hasta su entrepierna. La aceleración de su respiración, que incluyó algunos gemidos y el crecimiento del pene del emisario le hicieron saber que iba por buen camino. El joven por su parte estaba entregándose cada vez más a su lujuria. Sentía a la reina sonreír entre los besos que le daba a su cuello, que poco a poco se convirtieron en suaves y estimulantes mordiscos. Cuando lo encontró lo suficientemente excitado la reina le susurró
    
    -Dímelo
    
    -Deseo –el enviado aún no se atrevía a exteriorizar su pretensión. La reina notando esto volvió a mordisquearle el cuello y a acariciar su esternón –deseo tocarlos– dijo finalmente el cautivo dejando escapar lo último de su resistencia y entregándose totalmente a su lasciva y a la diabólica carcelera que se la estaba generando.
    
    La soberana sonrió y lo besó con ansias. Se separó de él mirándolo a los ojos y llevó una mano hasta las correas que tenían atrapado al sadwafita.
    
    -¿Vas a hacer todo lo que te diga? –dijo liberando una mano y tomándolo de la muñeca.
    
    -Si Su majestad.
    
    -Muy bien. Espero que así sea –Se acomodó con una pierna al costado de cada lado de su víctima– Vas a mover tu mano solo a través de la mía. Si te portas bien podrás hacer lo mismo con la otra. Hasta que ...