El bautizo campestre: La primera noche
Fecha: 21/05/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: vule69, Fuente: CuentoRelatos
I
Lo que les voy a relatar me pasó hace ya varios años. Rondaba los 20 y era el típico estudiante universitario medio nerd de principios de la década de los 90. Tenía como polola (novia) -desde hacía casi seis meses- a una compañera de 21 años, de piel blanca y pelo rizado, largo y negro. 1.70 m de altura, delgada, pero con curvas y un culo discreto y bien formado. Destacaban un par de maravillosas tetas de carnosos y definidos pezones. Sus medidas eran 100-60- 75.
Bonita no era, sin embargo, estaba lejos de ser fea. Ojos color marrón, de pestañas largas y definidas y una boca menuda con delgados y bien contorneados labrios. Inteligente y expresiva. Para nada mojigata. A pesar de su forma de vestir su comportamiento social era de corte reservado, empero en la cama era como estar con una estrella porno (ojo no me estoy quejando, solo describo la situación).
Recuerdo hoy, con la polla dura, que desde la primera vez que la vi desnuda fue muy desinhibida y la mayor parte de las veces me rogó que la tratara como a una puta… El año que estuvimos juntos fue como vivir en una película triple x, especialmente después de lo que les voy a relatar.
Cuando el calor se lo permitía, Andrea siempre iba ataviada con vestidos ajustados hasta la cintura y faldas cortas hasta medio muslo o jeans ajustados. Petos, ceñidas poleras de delgados pabilos como amarras. Casi siempre sin sostén. Calzaba o cómodas y elegantes zapatillas o sandalias de finas tiras de cuero a pie ...
... descubierto.
Estaba hechizado con el coño de Andrea, sin embargo, en el fondo, tenía mis dudas acerca de la fidelidad de esta mujer, pues no importaba donde o con quien estuviéramos, cuando pensaba que yo no estaba pendiente, siempre mostraba algo de más, agachándose un poco más de lo necesario para dejar ver o sus impresionantes tetas que siempre iban sin sostén a duras penas guardadas por seductores escotes o su respingado culito apenas cubierto por un sexy colaless, incitando a los demás delante de mí para luego follarnos como unos locos. Su forma de ser me gustaba e incomodaba al mismo tiempo, pero la calentura podía más.
Los últimos días de noviembre de ese año fueron calurosos. Terminaba el segundo semestre del tercer año cuando uno de mis amigos, el huaso Enrique, nos invitó a Mario y a mí, dado que éramos los más cercanos a él, a un bautizo en su pueblo natal.
Resulta que su abuelo, de 80 años quería bautizar a su hija de 2 años, fruto de su último matrimonio, por lo que llevaría a cabo una fiesta de esas de antaño (de 5 días). Estaría presente, como la situación lo ameritaba, toda la parentela lo que según los cálculos de Enrique serían unos 160 parientes entre tíos y primos (el abuelo ha procreado, en 5 matrimonios, la no menor suma de 18 hijos).
La familia de Enrique era un antiguo e importante clan de la zona y su abuelo, Don Arturo, un reconocido cacique. Alto, 1,85 m, fornido, perfectamente afeitado, de pelo entre cano y robustos brazos. Parecía que todo el tiempo ...