1. El bautizo campestre: La primera noche


    Fecha: 21/05/2024, Categorías: Infidelidad Autor: vule69, Fuente: CuentoRelatos

    ... estuviese molesto o dando órdenes, pero mi amigo, nos señaló que él era así.
    
    II
    
    El día que debíamos irnos, mi polola tuvo un problema por el cual tuvo que acompañarnos. En el terminal de trenes, mientras Andrea, mi polola, y Mario iban por unas bebidas, Enrique me tomó del brazo.
    
    Enrique: qué parte de tú y Mario son los únicos invitados no entendiste?
    
    Yo: lo sé y perdona, pero esta mujer se me coló… ya la conoces. Te prometo que ni se notará su presencia…
    
    Enrique: pues precisamente porque la conozco es que lo dudo, pero… en fin… no es tan terrible. Dile que tendrá que dormir en la misma pieza que nosotros, pues solo tengo tres camas. Estamos?
    
    Yo: comprendido…
    
    En la citrola de Enrique nos sentamos Andrea y yo en el asiento posterior y Mario de copiloto. Una vez acomodados me acerqué a su oído para, en susurros, contarle mi conversación con el huaso. Al tiempo que le hablaba, comencé a rozarle sus piernas, sus brazos…
    
    Andrea: es en serio? Pucha…
    
    Yo: no es tan terrible… lo malo es que no podremos hacer el amor…
    
    Andrea: es que traje dos pijamas y ambos son sexys…
    
    Yo: eso es un detalle… ahí nos arreglamos.
    
    Andrea: -disminuyendo aún más el tono de voz- oye… para… dónde va esa mano? Ay!!! Ahhh... ya, sácala!
    
    Mientras la citroneta de Enrique traqueteaba por el enripiado y oscuro camino, mis dedos pasaron a deslizarse a todo lo largo de la línea de la vagina de Andrea… Tocaba suavemente desde su clítoris hasta la entrada de su ano… Al poco, ...
    ... levantó ligeramente su culo para facilitarme el acceso. Sus tímidos gemidos pasaban desapercibidos gracias a la música.
    
    Al mismo tiempo que su coño comenzaba a exhalar más y más fluidos, las mejillas le cambiaron a un color bermellón y su boca se abrió en un quejillo de placer mudo.
    
    Con la otra mano bajé el delgado pabilo de su polera, dejando al descubierto una turgente pechuga (teta) adornada con un rosado e inhiesto pezón. Cerré los ojos y, con la lengua, comencé a recorrerla entera. Estaba en la gloria.
    
    Instintivamente levantó aún más las caderas. Necesitaba los dedos más adentro… De pronto comenzó a moverlas cada vez más rápido. Estaba a punto de llegar al orgasmo.
    
    Andrea me tenía tan absorto que nunca noté cuando se prendió la luz interior del techo. Al separarme de su teta y levantar la vista puede ver a Mario. Estaba dado vuelta, mirando sin pudor, agarrándose el paquete, mientras Enrique, con el retrovisor todo chueco, tenía un ojo en el camino y el otro en la entre pierna de Andrea. Luego de pensarlo por dos segundos, le dejé las dos tetas al descubierto.
    
    Mi polola estaba con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás por lo que no estaba consciente del espectáculo que ofrecía con el gentil y cachondo auspicio de mis dedos anular y corazón de la mano derecha.
    
    Arqueando la espalda y mordiéndose los labios Andrea sentía un intenso orgasmo. Unos segundos después Mario apagó la luz y Enrique aceleró, pues casi veníamos a 20 km por hora.
    
    Soda ...
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