1. Me come un maduro, yo solo gocé


    Fecha: 22/05/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: MikeFed, Fuente: CuentoRelatos

    ... hizo parar sobre su boca. Me empezó a chupar nuevamente como loco. Yo gritaba de placer mirando como la ciudad dormía desde ese piso 50. Todo era fuente de excitación, el lugar, su boca, estar casi sentada en ella, las manos atadas y sin poder tocarlo. Estaba loca de vuelta. Los orgasmos otra vez hacían temblar casi sin parar mi cuerpo.
    
    —Fredy, por favor, no doy más. Le dije.
    
    Creí que era todo, pero sin embargo me hizo sentar sobre su pija. Cuando sentí que me entraba, grite de placer. Me empecé a mover con todo mientras él me chupaba y mordía mis tetas sin parar.
    
    —Soltame. Le dije.
    
    —Ni loco.
    
    No puedo saber cuánto tiempo estuve cabalgándolo. Solo que no fue poco. Nunca en mi vida había cabalgado a un hombre así, con tanta desesperación, tanta excitación, era demencial.
    
    Finalmente me tomó de la cintura, me mantuvo quieta y el me bombeaba. Así acabo llenándome nuevamente la concha con su semen. Caí sobre su pecho y el me soltó las manos. Tome su cara y le di un beso tremendo. Me abrace a él y me quede dormida ...
    ... en su hombro.
    
    Desperté por el sol que salía sobre el horizonte. Fredy estaba despierto. Me quede apoyada en su hombro, desnuda, viendo desde el piso 50 como los rayos de sol bañaban la ciudad.
    
    —Buen día. Le dije un rato después.
    
    —Buen día preciosa.
    
    —Sos un hijo de puta. Ningún hombre me hizo el amor tres veces la misma noche, y me hizo gozar tanto.
    
    —Viste, sos mujer para un hombre, no para un bebe.
    
    —Desgraciado. Ahora tengo que seguir tirándome a mi novio, ¿Cómo hago para volver a la polenta luego de haber probado el caviar?
    
    Nos dimos una ducha, nos vestimos y salimos del hotel. En la puerta estaba su Mercedes Benz. Subimos y me deje abrazar por el asiento. Le di mi dirección y me llevo a casa.
    
    —¿Te voy a volver a ver? Pregunté.
    
    —Puede ser. Ya sé dónde vivís. Me dijo.
    
    Bajó del auto, abrió mi puerta y me despidió con uno de sus besos tremendos. Espero que entre a mi edificio apoyado en el auto y luego se fue.
    
    Me acosté y no podía dejar de pensar en ese “viejito” que tanto placer me había dado. 
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