1. La honrada dueña de una casa de putas


    Fecha: 23/05/2024, Categorías: Incesto Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    Sandro era un joven moreno, de estatura mediana y bien parecido que estaba haciendo el servicio militar. En uno de sus permisos había ido con unos amigos a celebrar una despedida de soltero a un bar de luces, o sea, a un bar de putas. No sé la hora que era, lo que sé es que los otros se habían ido a follar y Sandro estaba mamado en la barra. Una mujer, que por la gargantilla de oro y el vestido azul largo de seda que llevaba no tenía pinta de puta, se sentó en un taburete que estaba al lado del suyo y le preguntó:
    
    -¿Tú no follas?
    
    A Sandro la voz le sonó familiar.
    
    -Yo no folló con putas.
    
    -¿Qué haces en tan lejos de casa, Sandro?
    
    Levantó la cabeza y vio que era su tía Felisa. Cómo buen gallego le respondió haciéndole otra pregunta.
    
    -¡¿Qué haces tú en un sitio cómo este, tía?!
    
    -Soy la dueña del negocio.
    
    Se le quedó mirando con cara de tonto.
    
    -¡¿La dueña?!
    
    Le cogió el vaso del cubalibre, bebió lo que quedaba y le dijo:
    
    -¡Y dale!, sí, la dueña, y te voy a llevar a casa.
    
    -No me corre prisa volver a casa. ¿Trabajas aquí?
    
    La mujer no se enfadó, al contrario, se armó de paciencia y le dijo:
    
    -Ya te he dicho dos veces que soy la dueña. ¿No estarías pensando en follar conmigo?
    
    -Cada uno es guardián de sus pensamientos.
    
    Lo miró con cara de enfadada y le preguntó:
    
    -¿¡Sería capaz de echarle un polvo a tu tía?!
    
    La bebida se ve que lo había envalentonad, ya que le respondió:
    
    -¿Uno? Te echaría seis o siete.
    
    La mujer se puso ...
    ... dura.
    
    -¡O tiras para casa o le digo a tu madre que me has querías poner el trato!
    
    Sandro se puso gallito.
    
    -Y yo le digo que tienes una casa de putas.
    
    -Ya lo sabe, lo que no sabe que tu padre y tú venís por aquí. ¿Quieres que se lo diga?
    
    -No
    
    -¡Tira!
    
    Sandro para que no hubiese jaleo en casa se fue con su tía.
    
    Felisa estaba cómo un queso. Tenía cuarenta y pocos años, era morena, más alta que Sandro, con un culazo, unas tetazas y era guapa.
    
    Iban en su SEAT 1430 de color azul por una carretera que atravesaba un monte. Felisa se desvió por un camino de carro, salió de él y paró entre dos pinos. Sandro le preguntó:
    
    -¿Esto es lo que parece?
    
    -No sé. Estoy hecha un lío -echó las manos a la cara-. ¡Lo odio!
    
    -¿A quién?
    
    -¡A tu tío!
    
    -¿Qué te hizo?
    
    -Me metió los cuernos y encima me dijo que lo hizo porque soy una puta. Y yo heredé una casa de putas, pero no soy una puta. Putas fueron mi bisabuela y mi abuela, pero mi madre, bueno, mi madre era algo puta, pero yo no lo soy, yo soy una mujer honrada.
    
    A Sandro para despejarse le venía mejor hablar que follar.
    
    -Cuenta.
    
    -¿Qué quieres que te cuente? ¿Quieres que te cuente que me he detenido aquí para meterle los cuernos a tu tío?
    
    -¿Lo has hecho?
    
    -La idea era jodida, pero...
    
    -¿Ya no lo es?
    
    -Se me fue la mala hostia al dejar de sentir el ruido del motor.
    
    Sandro quería pillar cacho y dijo lo que le vino a la boca.
    
    -Ya que estamos aquí cuéntame lo de tu bisabuela y lo de tu abuela ...
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