Mi odiosa madrastra, capítulo 4
Fecha: 06/06/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
Día cuatro de cuarentena. En el noticiero ya se estaba corriendo la bolilla de que las restricciones iban a extenderse al menos una semana más. En ese momento me pareció bien. Un pequeño sacrificio para que todo mejore un poco, pensaba.
Pero el encierro ya empezaba a incomodarme. Ese día me levanté a las ocho de la mañana, y fui a buscar el pan a la panadería de la esquina. A esa hora no parecía haber grandes controles, y de hecho, no había mucho movimiento en la calle. Así que, para despejar un poco mi cabeza, caminé un par de cuadras más, y recién ahí volví al edificio. Tampoco era que iba a estar una hora y pico por ahí, como había hecho Nadia.
Cuando subía por el ascensor, chequeé mi cuenta de Instagram. De pura curiosidad, busqué el perfil de Nadia. Comprobé que había subido tres de las fotos que le había sacado el día anterior. Una en la terraza con la camiseta de Argentina, una en el sofá, sólo vestida con su ropa interior, y otra en la cama. La foto de la terraza era la más alabada por los pajerines que la seguían. Ella había escrito un texto que pretendía ser emotivo, sobre la unión y no sé cuántas cursilerías más, pero como era de esperar, todos los comentarios hacían referencia al perfecto orto que tenía mi madrastra.
Descubrí también que mis tres mejores amigos ya la seguían en esa red social. Edu y Toni incluso tuvieron la cara lo suficientemente dura como para dejarle algunos comentarios, aunque no se excedieron mucho por suerte.
A la noche les ...
... había contado lo que me había pedido que hiciera la loca de mi madrastra, y no me dejaron en paz hasta que les envié las fotos.
Por lo visto ella, si bien no se levantaba al mediodía, como hacía yo casi siempre, tampoco lo hacía muy temprano. Pasé un par de horas frente al televisor, disfrutando de la soledad, aunque ver el noticiero, donde sólo hablaban del COVI19 no me puso del mejor humor. Opté por poner Netflix. Cuando encontré una película que podría gustarme, fui a la cocina, puse unos panes en la tostadora, y calenté un poco de leche.
Entonces Nadia apareció.
— Ay qué bueno, desayunemos juntos —dijo, invitándose ella misma.
— ¿También tomás leche? —pregunté, con cortesía, ya que a esas alturas había concluido que lo mejor era tener una buena convivencia, sobre todo mientras durase la etapa más estricta del confinamiento, que según yo, sería poco tiempo.
— Qué pregunta desubicada León —dijo Nadia, riendo. Yo estaba apoyado sobre la mesada. Ella pasó a mi lado, rozándome con su cadera. Sacó de la heladera el sachet de leche y puso un poco en la jarrita que ya estaba sobre la hornalla encendida—. Ah, te referías a esta leche —dijo después.
— No entiendo por qué tenés que llevar todo a lo sexual —dije yo—. Parece que tenés la idea fija.
— Nada que ver. Sólo me gusta hacerte poner colorado. Como ayer… —dijo la zorra, sin completar la frase, aunque estaba claro que se refería a mi visible excitación cuando le tomé unas fotos semidesnuda, cosa que para colmo, ...