1. Mis odiosas hijastras (12)


    Fecha: 07/06/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... dispuesto a aceptar que terminara con eso. Pero apenas se deshizo de los vellos, siguió lamiendo mis genitales.
    
    ¿Cuánto tiempo había pasado? No lo sabía, pero sí estaba consciente de que había transcurrido más de lo que me convenía. Pero Sami seguía ahí abajo. Yo veía su cabellera rubia en la oscuridad, mientras no dejaba de acariciar su cabeza como si fuera un cachorro.
    
    Después de un rato, fue ella misma quien decidió subir, para volver a encontrarse con mi verga.
    
    —¿Acá está bien? —preguntó, para luego lamer la zona exacta en donde el tronco se convierte en el glande.
    
    —Ahí está perfecto —dije, sintiendo, con alivio, que la eyaculación ya era inminente—. ¿Querés tomar la leche? —pregunté después.
    
    Por toda respuesta, ella asintió con la cabeza. Siguió lamiendo. Deseé sentir esa lengua juguetona durante horas, pero también deseaba profundamente llenarle la boca de leche. Tenía que ser cuidadoso. Lo mejor era no manchar su rostro.
    
    —Abrí la boca —le dije.
    
    Me empecé a masturbar delante de ella. Sami estaba convertida en una estatua. El único movimiento que hacía era el de su lengua, que se movía arriba abajo una y otra vez. Un gesto que claramente aprendió de las películas pornográficas que veía.
    
    El semen salió disparado con mucha potencia. Fueron tres chorros abundantes. Por suerte todo quedó adentro. Sami se quedó unos instantes con la boca abierta. Luego la cerró. Escuché el sonido de su garganta cuando se tragaba todo. Pero aun así, ella quiso ...
    ... mostrarme que de verdad se había tomado toda la leche, como la niña obediente que era.
    
    —¿Viste? —dijo, orgullosa, después de abrir la boca de nuevo, para mostrarme que ya no había nada en ella.
    
    —Pero todavía no terminaste —dije. Le señalé mi verga. Del glande todavía brotaban restos de semen —. Siempre queda un poco —dije.
    
    El miembro aún no estaba fláccido, aunque ya empezaba a perder rigidez. Sami, sin chistar, lo succionó, hasta dejarlo reluciente.
    
    —Así se hace —la felicité.
    
    Metí la verga dentro del pantalón, y subí el cierre.
    
    —¿Te gustó? —me preguntó.
    
    —Fue hermoso —dije, con total sinceridad—. Pero es mejor que vuelva.
    
    Me dirigí a la puerta, sabiendo que era probable que me encontrara con alguna de sus hermanas dando vueltas por ahí, o incluso detrás de la puerta. Si era así, no me dejaría sorprender. Actuaría con total normalidad, y seguiría el plan de Sami. Les diría que estuvimos hablando un rato sobre cómo se sentía después de lo que nos había contado. Pero incluso si sospechaban algo, lo hecho, hecho estaba. O como decía mi mamá, nadie me quitaba lo bailado.
    
    Pero cuando abrí la puerta, sin embargo, no había nadie. Mejor todavía, pensé. Le dediqué una última mirada a Samanta, desde el umbral de la puerta.
    
    —Adri —me dijo ella. Esperé a que continuara hablando, pero se demoró un rato, como si no se animara a decirlo. Pero al fin se decidió—. Te amo.
    
    Me le quedé mirando, como esperando a que me dijera que estaba bromeando. Pero no fue así. Una vez ...
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