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"Los Cuatro Ancianos" (I)
Fecha: 09/06/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... daño y se le escapó un nuevo gemido. Cuando los descuidos superaron la media docena dejó de contenerse. Manuel la metía cada vez más rápido y fuerte, él sabía que estaba llegando a su límite, pero no quería que el placer parara. Mientras más intentaba dilatar en el tiempo esa sensación más crecía la amenaza de terminar. Conocedor del inevitable desenlace quiso que por lo menos acabara por todo lo alto. Agarró con insistencia las nalgas de su nuera y la empujó contra sí cada vez con más fiereza. Manuel sintió como las piernas de Isabel comenzaron a flaquear como la llama de una vela a punto de extinguirse. Ya no paraba de gemir y el suegro no pudo aguantar más tiempo y se corrió dentro de su nuera en un gemido apoteósico. Isabel sintió como el pene de su suegro descargaba dentro de ella. Sintió el miembro revolverse mientras el cuerpo de Manuel se mantenía estático. Y la sensación pronto se confirmó al sentir las primeras gotas de semen recorrer su ingle. Entonces abrió los ojos y le pareció ver una cabeza que se ocultaba en la casa de la vecina, sin pararse a confirmar nada rápidamente corrió las cortinas. -¡Oh dios! -exclamó ella tras sentir un hondo arrepentimiento en todo su ser. Retiró a su suegro, y sin siquiera mirarlo se marchó. -Isabel… ¿estás bien…? -preguntó Manuel mientras veía a su nuera marcharse sin emitir sonido alguno. Su culo desnudo estaba enrojecido y la ingle le brillaba por los líquidos que resbalaban por su superficie. Manuel bajó la ...
... mirada, cabizbajo, y vio todas las gotas de semen que seguían el camino que había tomado Isabel. Cogió una servilleta y se dispuso a limpiarlo. Habían pasado ya dos horas e Isabel no se había dejado ver. Se había duchado durante largo rato, pero luego no había bajado. El anciano dedicaba sus pensamientos a los momentos de pasión en la cocina y sintió como su entrepierna volvía a regurgitar. Cada vez más el calentón siguió creciendo hasta que se hizo insoportable, y subió en busca de Isabel. Tras subir las escaleras hacia los dormitorios tuvo que pasar por el baño. El olor a jabón era todavía muy intenso. Se había embadurnado bien, lo que indicaba a Manuel lo impura que se sentía, y eso era muy mala señal. Siguió avanzando y pronto supuso que estaba en su dormitorio, el que había sido el de él mismo durante sus dos matrimonios. Manuel les había dado el dormitorio principal y él había pasado a dormir al que fuera el dormitorio de su hijo. Es interesante darse cuenta como con la vejez los padres pasan a ser los hijos. Sin pensárselo demasiado Manuel abrió la puerta del dormitorio sin llamar. Isabel estaba sentada en la cama de espaldas a él, a medio vestir, y llorando en silencio. -¿Isabel? -¡Vete! -le gritó ella. -¿Cómo me voy a ir si estás en ese estado? -¡Maldito viejo! ¡Te has vuelto a correr dentro! -escupió con asco sin siquiera mirarle -. Estoy harta de esto. Estoy harta de esconderme… de mentir. Me siento sucia. -No has matado a nadie, Isabel. Esto ...