1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (30)


    Fecha: 10/06/2024, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... traspasar con su lengua mis labios cerrados, lo aparté con decisión empujando su vientre con mis piernas, y nadé hasta llegar a las escalinatas, para buscar en la silla mis pantaloncitos cortos y la abandonada toalla blanca. Envuelta en ella me acerqué hasta donde estaban Carlos y Diana, decidida a terminar mi cerveza y fumarme un cigarrillo. Al acabar de hacerlo me fui hasta las duchas para enjuagarme el cuerpo y retirarme un poco el olor a cloro de la piel y mis cabellos, y sin darme cuenta hasta allí llegó silencioso, abrazándome por detrás, diciéndome que no era suficiente para él, girándome con brusquedad para intentar besarme nuevamente.
    
    —Histérica y enojada, bien recostada contra la pared, le dije que no insistiera, que me soltara y dejara de molestarme con esa obsesión suya, pero a una mujer «emberracada» como yo lo estaba, no la calman fácilmente con palabras o promesas y se le hace callar de otra manera. —Camilo abatido por mi narración, termina por dejar caer su espalda contra el tablado, escarbando con dos dedos entre su cajetilla, necesitado de aspirar, la nicotina y el alquitrán de uno de sus rubios.
    
    —Introdujo con esfuerzo y rapidez, –continuo recordando– su mano bajo la cremallera abierta de mis shorts y con brusquedad sus dedos recorrieron el surco de mi vulva por encima de la braga del bikini, procurando con su muslo derecho forzarme a abrir más las piernas para facilitarle aquel asalto. Intenté separarme, te lo juro, pero mi rebeldía tan solo ...
    ... enardeció sus ánimos y con ello conseguí que su otra mano tomara con fortaleza posesión de mi cuello, apretando sus dedos alrededor de mi garganta, dificultando mi respiración. Aflojé entonces la tensión en mis muslos y él aprovechó la ocasión para correr hacia un lado el elástico de la tanga y hundir en mi interior un poco, dos de sus dedos; creería que utilizó las primeras dos falanges pero con rudeza de una sola vez. ¡Me lastimó! Y mientras me hallaba casi sin aire, ultrajada y ya vencida ante la fricción que sentía en las paredes poco lubricadas de mi interior, cerré los ojos por el ardor y la molestia que me causaba, y abrí la boca urgida de aspirar más oxígeno. Fue entonces que aprovechó para meterme su lengua, apoyándola sobre la mía, explorando con su punta todo mi paladar.
    
    —Abrí mis ojos y reaccioné. Cerré mis dientes sobre ella, ejerciendo la presión suficiente para escuchar su ahogado quejido. Aflojó primero la presión de sus dedos alrededor de mi cuello y luego retiró afanado la mano de mi entrepierna. Me miró asustado y esa vez fue la primera que mi mano, esta… ¡Esta, jueputa sea! –se toma con rabia la zurda abarcándola con su diestra a la altura de la muñeca– alcanzó su verga tiesa, por encima de su pantaloneta y recorrió su extensión hasta bien abajo. Le apreté con todas mis fuerzas sus bolas, liberándole la lengua, escuchándolo gemir de dolor y doblegarse ante mí, solicitando compasión y mientras tanto yo al verlo así, sentí un raro placer y un símil orgásmico al ...
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