1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (30)


    Fecha: 10/06/2024, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... escucharle de rodillas pedirme perdón.
    
    Observo la hora en mi reloj. Ya casi son las tres. Los leños consumidos de una de las fogatas apenas si alumbran. En la otra apenas veo resplandecer un poco sus brasas y tanto el grupo de Verónica y los otros amigos, ya recogen sus bártulos y asean el lugar. A mí se me están entumiendo las nalgas de estar sentado sobre estas duras tablas, quizás a Mariana le suceda igual así que le pregunto...
    
    — ¿Vamos por un cafecito para calentar las entrañas?
    
    — ¡Wow! No me lo vas a creer, pero estaba pensando en lo mismo. Además siento que se me está borrando la raya del culo. ¡Oops! Perdóname la expresión tan vulgar. —Le respondo a mi marido pero para subsanarlo, le coloco mi cara de niña consentida, la que le gusta tanto.
    
    Caballeroso me ayuda a levantar. Tomo mi bolso y el sombrero, calzo mis pies con las sandalias apoyándome en su antebrazo y regresamos lado a lado caminando hasta el extremo de la pasarela, levantando Camilo su brazo izquierdo y agitando en el aire su mano para despedirse de la chica rubia, que se marcha sin conseguir rumbearse a mí marido.
    
    —Humm… ¿Y a esta hora donde conseguiremos tomarnos ese tintico? —Le pregunto a Camilo.
    
    —Pues miremos si allí al frente del Ministerio de Finanzas, encontramos abierto todavía algún local. —Le respondo ya casi llegando a la esquina del malecón, para tomar a la izquierda el último tramo y caminar por la playa para cruzar el desierto parqueadero.
    
    —Y si no, pues nos lo tomamos ...
    ... en mi hotel. ¡Si te parece claro está!
    
    Levanto los hombros y mis ojos exploran a la distancia las luces multicolores, los movimientos de uno que otro vehículo, y el transitar de las personas. En el bar de la esquina, en el primer piso de los aparta suites no creo hallar la deseada cafeína, pero si más dosis de alcohol.
    
    — ¿Y estamos lejos? —Termino por preguntarle.
    
    — ¿De mi hotel? No cielo, tan solo a unas cuadras de distancia. Puede que el Viejo Holandés aun permanezca abierto. ¿Vamos? —Le consulto y Camilo asiente y en seguida retoma nuestra conversación en el punto que más le afana.
    
    —Pensaba que mi placer y el tuyo, eran exclusivos de la intimidad de los variados espacios de nuestro hogar, cuando nos buscábamos para tener sexo. En la sala los dos desnudos a la madrugada, enardeciendo nuestra piel con cada pieza de ropa retirada, recibiendo en ellas ya desvestidas, el calor que emanaba de las brasas de la chimenea. O en la cocina, recostando entregada tu torso contra el frio mesón de granito, y tus brazos deseosos de acariciarme, echados hacia atrás con tus manos de revés abarcando mi cintura, para terminar clavándome esas uñas postizas en mis nalgas, cada vez que emocionado y empinado, hasta el fondo con mi verga tiesa te penetraba. —En el rostro de Mariana se vislumbra la bonita emoción por mis recuerdos y sonríe con ojos y boca.
    
    —Igualmente lo hicimos en el cuarto de ropas un domingo por la mañana, cuando despertaba sin hallarte a mi lado y sin mucho más por ...
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