1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (30)


    Fecha: 10/06/2024, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... hacer al desperezarme e ir a buscarte, arremetí contra tu retaguardia y sentándote obligada, sobre la máquina de lavar en pleno ciclo de centrifugado, –entre mi esfuerzo por bajarte tus calzones y tus risas pidiendo una falsa tregua– con dos dedos inmolándose dentro de tu vagina con deseo excedido, y mi boca absorbiendo los flujos de tu vulva, lapidando con pequeños lengüetazos tu henchido y desenvainado botoncito rosado, convulsionada te desparramabas ante mis ojos, muriendo dichosa, disfrutando tu placer.
    
    —Nuestra alcoba era para otras hazañas más románticas y pausadas, –continúo recordándole, mientras me atoro un poco al aspirar muy deprisa– para prácticas más sentimentales o sacramentales. Nuestro templo para igualmente amarnos pero más delicado y con mayor ternura, sin abrir tanto la boca para que al gemir, no despertáramos a nuestro hijo. El campo de mil batallas sin un claro ganador, pero como lo creí siempre, felices los dos al vernos victoriosos o derrotados por turnos, tu y yo siempre satisfechos. Sí, Mariana. Nuestra cama la dejamos siempre para hacernos… ¿Cuántas veces el amor?
    
    —Muchísimas, Camilo y por eso es que yo necesito que me perdones y regreses conmigo, pues nunca serán sufici…
    
    —Compartíamos lealtades físicas, –continúo hablando sin permitir que me interrumpa– superando una a una, cada prueba. Pero jamás llegué a cuestionarme en cuanto a la fidelidad mental. Ni siquiera pensé en esa posibilidad, y para qué, pues si así lo hubiese hecho, no tenía ...
    ... los medios a mi alcance para poder comprobarla. Y allí como tantas veces, con tu cabeza sobre mi pecho, dormida tras nuestras sesiones de sexo, al pensar en esos temas, me sentí traidor y egoísta. Tú jamás me habías demostrado algún tipo de insatisfacción o aburrimiento estando a mi lado, como esposa y sobre todo, como mujer. No era idiota, no lo soy.
    
    —Vi tus cambios, obviamente. Leves en tus actitudes pero claramente ya con tintes de una personalidad más definida, incluso más dictatorial si cabe. Visibles en tu vestuario, tanto al elegir cambiar el gusto por tu ropa íntima, como los trajes y faldas que usabas para el exterior. Menos tela no te incomodaba, aunque por el nombre del diseñador, pagaras más por menos. Demasiada piel a la vista para mi gusto, pero para ti tan solo era una manera de verte más femenina, juvenil y empoderada. « ¡Y no es por ser mostrona!», me dijiste varias veces al ver mi gesto de contrariedad, aunque para mi modo de ver, te hiciesen demasiado apetecible para los ojos de los demás. Sobre todo para los de tu Don Juan de vereda. Para mí también te veías espectacularmente hermosa, pero mi opinión ya no contaba porque siendo tú marido, según tu nueva forma de ver la vida me decías con cariño… «Tan bobito, disfrutas más que todos ellos, retirándola de mi cuerpo». Y antes de marcharte te despedías de mi con un… « ¡Soy solo tuya!», y sí Mariana, como un bobito te creí.
    
    —Y de tanto pensar recordé una frase de un famoso escritor norteamericano que me ...
«12...111213...19»