1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (30)


    Fecha: 10/06/2024, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... cercana, aunque no tanto como lo has imaginado. Algunos comentarios sueltos alabando el bronceado de mis piernas e igualmente me piropeó lo sedoso y brillante que tenía mi cabello, –recogido con una trenza ahuecada al estilo alemán que Naty se había empeñado en hacerme la noche anterior– pasando sin permiso su mano desde la coronilla hasta la punta, aprovechando de paso, jalar y soltarme a traición la tira posterior de mi sostén, pero por lo demás, sencillamente hablamos de los negocios que yo había conseguido y que por lo visto me harían superarlo en la tabla de vendedores del grupo.
    
    —También tratamos el tema de K-Mena, a espaldas de ella, pues había cambiado bastante con su novio, mostrándose caprichosa y distante. Sergio le pedía a diario consejos a José Ignacio, mientras que a mí me llamaba a la oficina para preguntarme si sabía que era lo que le estaba pasando. Me sentí mal con él y obviamente le prometí que hablaría con ella e intentaría averiguar por su cambio de actitud. Pero como sabes, yo era la culpable.
    
    Mariana suspira y lleva enroscados sus dedos índices hasta su par de llorosos cielos, para frotarlos contra los párpados oprimidos y limpiarse la humedad que fluye de sus lagrimales. Toma de su cajetilla un nuevo cigarrillo y lo mantiene presionado por sus dientes blancos, con la boca entre abierta sin encenderlo, balanceándolo tembloroso de arriba para abajo, justo a pocos milímetros del lunar que continúa atrapándome en la telaraña de esa sensualidad que ...
    ... descubrí al primer beso, ubicado en una esquina de su labio inferior.
    
    —Comencé por reírme de manera farsante con sus bromas pesadas, para terminar confabulándome junto a él, al hacerles chistes y chanzas a los demás. Le acepté su «chambonería», su falta de respeto y de tacto al expresar sus pareceres, aunque luego acercándome a su oído, sin altanería lo recriminaba y reprendía como si de un niño pequeño se tratara. Luego permití que me abrazara ante cualquier insignificante circunstancia por mínima que fuera cuando no estaba ningún conocido cerca, a pesar de sentirme por mil ojos observada.
    
    —Soporté su majadería y juegos de niño malcriado, al dejarle revolcar mis cabellos, deshaciendo mi esmerado peinado enfrente de Diana, K-Mena y Carlos. Y por la espalda sin que nadie lo advirtiera, cenando delante de mucha gente en el restaurante, ágil desabrochaba mi brassier. Una fulminante mirada se ganó, acompañada de un pellizco en su costado, que le dolió porque gritó, y sin embargo para calmar mi molestia, posteriormente consentí que con carita de cordero degollado, me besara con precipitada efusividad, humectando con su saliva mi mejilla.
    
    — ¿Y tienes el descaro de decirme que entre ustedes dos no habían pasado cosas antes de esa dichosa fiesta de cumpleaños?
    
    — ¡No llegamos hasta donde tú crees que lo hicimos! Pero sí, lo sé. Consentí demasiadas cosas, a sabiendas que con esas pequeñas licencias, José Ignacio buscaría obligarme a que tomara un atajo desviándome del camino ...
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