1. Dominado en el colectivo (2)


    Fecha: 18/06/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: El otro yo, Fuente: CuentoRelatos

    Versión de ella de la primera parte y continuación de la misma.
    
    Mi vida ha sido bastante fácil. Comprendí casi desde que tengo uso de razón el poder que tiene un gesto, una sonrisa, una mirada. Mucho mayor al poder de la palabra. Aprovechándome de eso conseguí casi siempre lo que quise, sin por esto volverme malcriada. Al crecer descubrí que mi sexualidad podía ser igual de poderosa. Una insinuación en el momento y lugar adecuados fue normalmente todo lo que necesité para conseguir mis propósitos. Claro que esas insinuaciones tienen que validarse con actos. Una vez perdido el encanto es imposible recuperarlo.
    
    Al instinto de lo que un gesto puede lograr en el otro quise sumarle sustento teórico. Me fascina la mente humana. Conocer sus motivaciones, sus miedos. Es por eso que estudié psicología. Tenía en ese entonces 19 años y estaba en el segundo año de la carrera. Soy de una ciudad del interior y vine a la capital a estudiar. Mis padres tienen un buen pasar económico y pude alquilar un departamento donde vivía sola.
    
    Desde la primera vez que vi a Marcelo quise hacerlo mío. Ya lo había visto en el colectivo en algunas ocasiones, pero siempre se había fijado en otras mujeres. Mujeres que si bien eran más atractivas que yo no supieron apreciar a un hombre como él. Cansadas, imagino, de que los hombres babearan por ellas solo vieron la superficie. Otro pajero que se les quedaba mirando. Yo vi más allá. Vi un hombre torpemente tímido y muy respetuoso, que entendía cuando ...
    ... estaba molestando al otro y dejaba de hacerlo. Y que con eso anteponía los deseos de ese otro a los suyos. Suponiendo que ese otro era superior.
    
    Tampoco le jugaba a favor su poca belleza. No es que fuera feo pero, a diferencia de mi, no se ocupaba en realzar sus virtudes ni esconder sus defectos. Yo, consciente de que la naturaleza no me favoreció en el aspecto físico (soy lo que se dice nadadora olímpica, nada de pecho y nada de espalda) busco atraer la atención, por ejemplo, tiñendo mi cabello de un llamativo color azul. Marcelo en cambio parecía querer pasar desapercibido, en contradicción a la actitud casi babosa que solía tener con las mujeres en el transporte público.
    
    Dado su poco disimulo y su consecuente nulo éxito no podía imaginar que su conducta resultaría atractiva para alguien y mucho menos alguien a quien doblaba en edad. Por eso su sonrojo al ver que le correspondía sus miradas y que, a diferencia de lo que su experiencia marcaba, me senté a su lado consiente de que me había observado. Fue adorable ver como rehuía de mi mirada a pesar de saber que no me había molestado. Observé en ese momento el anillo en su dedo anular izquierdo, lo que lejos de desanimarme me convenció de que lo haría mío. Si miraba casi desesperado afuera de casa es porque puertas adentro no lo apreciaban como él quería.
    
    Me divertí viéndolo debatirse entre mirarme o no. Esperé paciente a que se volteara hacia mi y mostré mi mejor sonrisa cuando lo hizo. Algo en mi interior me decía ...
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