Gastón
Fecha: 21/06/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: pietrorusso, Fuente: CuentoRelatos
... La escuché gemir y cuando vi que abrió las piernas, metí mi lengua adentro de su agujero. Esta vez, sus piernas no lograron detenerme. Llevé mis manos hacia la parte interna de sus muslos y las mantuve abiertas. Julia comenzaba a dejar sus fluidos por toda mi cara, se retorcía como una loca. Con una mano se apretaba uno de sus pechos; con la otra, me sostenía la parte de atrás de la cabeza.
Llevé uno de mis dedos al aguajero de su vagina y lo metí mientras sostenía su clítoris entre mis labios. Los jugos de Julia ahora me chorreaban por la mano. No paré hasta dejar los labios de su concha del color del salmón. Y fue entonces que me apartó de ella. Quedé parado viéndola algo confundido. Julia se giró sobre su propio eje arriba de la mesa. Y yo entendí todo.
Me apuré a bajarme el pantalón y sacarme la remera. Mi verga salió de un solo salto, recta, apuntando a su cara. Puse mis rodillas arriba de la mesa y comenzamos un sesenta y nueve. Sentir los labios de Julia rodeando mi pija hizo que me distrajera varias veces. De a ratos, arriba de la mesa que temblequeaba, tenía que frenar la chupada de concha que le estaba pegando, porque Julia se metía mi verga hasta los huevos. Me recostaba gimiendo como un tonto sobre su pelvis, y luego volvía a mi labor. La sentía chuparme la pija como una desesperada, con movimientos algo erráticos. Me apretaba las nalgas con ambas manos como buscando meterse en la boca más verga de la que había. Comenzó a señalarme cómo moverme con la ...
... palma de sus manos. Quería que le cogiera la boca. Y eso fue lo que hice. Me volvía loco de sólo imaginarla con mis huevos golpeándole la nariz.
Salir de esa posición fue incómodo. Me dolían las rodillas, y a Julia le costó reincorporarse. En el ajetreo, se me había dormido un poco la pija. Nos miramos entre los dos y nos reímos como dos niños traviesos. Julia se sacó el bikini y me mostró las tetas. No quise admitírselo en el momento, pero tenía un cuerpo más delicioso que el de mi novia. Me quedé mirándola mientras se acariciaba.
Desde el día que la había conocido, hacía dos años atrás en la facultad, me había hecho incansables pajas imaginando que la tenía desnuda. Nunca se lo admití, pero varias veces me había cogido a Laura pensando en ella. Me encandilaba lo hermosa que era. La miraba durante las clases, durante las salidas, cuando Laura y ella hablaban de cosas de mujeres. Me encantaba los gestos delicados que hacía con las manos. La imagen que más guardo de ella es cuando ayudó a mi novia a hacerse unas trenzas. Las manos de Julia, finas y atentas, agarraban los mechones de pelo de Laura que se escurrían entre sus dedos. Yo la miraba hacer su trabajo con la mayor desenvoltura. Un movimiento, otro, otro, y la trenza se formaba de manera casi natural. Me volvía loco la idea de que me hiciera una paja con esas mismas manos.
Ahora, Julia estaba desnuda frente a mí. Entre sus piernas, una combinación de sus fluidos y mi saliva le humedecían la piel. Se masajeaba las ...