1. Ese día, me hiciste creer


    Fecha: 26/06/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Lara, Fuente: CuentoRelatos

    ... sintiendo la humedad de tus labios en él, los suspiros casi jadeos echaban a volar junto con las gaviotas que nos sobrevolaban, que planeaban majestuosamente como si de águilas se tratasen, tus manos nuevamente sobre mi vientre, sobre el camisón arremolinado sobre mi sexo tapando con tus dedos en forma de triángulo mi vulva, tu pelvis apretándome las nalgas y tus dedos sobre mi vagina sintiendo la humedad que me habías provocado ya en mi cuerpo.
    
    Los movimientos de nuestras caderas como bailes de salón, con esa precisión de movimientos y ese vaivén que siento detrás de mí, con tu pene entre mis muslos, bebiendo de mis labios, sintiendo la dureza con la que tanto me hiciste gozar en la oscuridad de la noche, cuando nuestros cuerpos resbalaban el uno sobre el otro y tu pene navegaba dentro de mí, quedándose muy dentro cuando robabas los gritos de mi placer que llenaban la habitación momentos antes de que tú, derramaras tus fluidos dentro de mi vagina, pintando con tu semen las paredes de mi útero.
    
    Si, gracias a dios que quise creer, gracias por llamar a mi puerta y creer que yo soy tu compañera, que no soy un cable, ni un ordenador, que soy de carne y hueso como tú, que el gemido que dejé volar por la ventana cuando te sentí entrar nuevamente dentro de mí es real, que mi vagina envolviendo tu pene es real, que tus gemidos en mis oídos cuando entras y sales de mí son reales, que el sonido acuoso de tu pene entrando y saliendo de mi vagina, acompañando a mis gemidos, ...
    ... solapándose con los tuyos son reales y no unas tiernas palabras en una pantalla y no obstante ahí empezó todo, en esa pantalla empecé a creer, empecé a enamorarme de ti.
    
    Cada empujón… cada penetración que sentía en mi vagina era un canto de placer, un canto que atraía a los pocos transeúntes que paseaban por la playa y como si de un canto de sirena fueran, sus ojos se clavaban en aquella pequeña ventana donde estaba una mujer con un camisón blanco a la que sujetan dos manos en sus pechos, los ojos cerrados, la boca abierta emitiendo cantos de placer, a veces ahogados, a veces casi gritando y detrás de ella una sombra que se movía, que la acechaba, secuestrando su ser y aquella sombra, aquellas manos la empezaron a quitar el camisón por encima de su cabeza, dejándoles ver unos hermosos pechos, firmes y redondos que tenía aquella aparición, aquella sirena que les llamaba, que les excitaba tanto que podían dejar de mirar.
    
    Sacando tu pene de mi interior, dejándome huérfana de gemidos, me diste la vuelta y subiéndome al poyete de la ventana, abriste mis piernas para ver el mar en el que se había convertido el interior de mi vagina, un flujo líquido y cremoso se escapaba resbalando por el interior de mis muslos, mis labios brillaban para ti, te llamaban hasta el punto que te agachaste y los lamiste, empezabas a saborear el néctar de mi interior, a beber de mí con pasión provocando una escalada en mis gemidos. Empezaba a sentir como tu lengua me perforaba, me hacía temblar cuando era ...