Ese día, me hiciste creer
Fecha: 26/06/2024,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Lara, Fuente: CuentoRelatos
... mi clítoris el que soportaba la mayor parte de tus lametazos, cuando lo succionabas con tu boca y dentro de ella lo acariciabas con tu lengua haciendo que una vez más mis gemidos salieran expelidos por mi boca como cantos de sirena y que mi espalda casi saliera por la ventana y que tuviera que agarrarme con fuerza al marco de la ventana, a las cortinas que estiraba cada vez más hacia abajo. Estaba feliz, estaba casi en éxtasis cuando después de haber bebido de mi vagina te levantaste y me besaste, sabiendo a mí, sabiendo a la felicidad que me desbordaba.
Dejé de sujetarme al marco de la ventana y con mis manos abracé tu cuello entrelazando los dedos por detrás, nuestras miradas se encontraron a medio camino entre el amor y la lujuria cuando me guiñaste el ojo, querías que mi mirada se trasladara hacia abajo, observando tu pene, viendo como jugueteaba con mis labios tremendamente mojados perdiéndose entre ellos, golpeando mi clítoris que palpitaba con cada roce… era tuya, no podía hacer más que obedecer tus órdenes, puesto que te había entregado todo lo que yo era, era incapaz de decirte no y mi rostro entre jadeos y gemidos lo reflejaba. La mente inundada de emociones que se morían por salir al mundo, mi sexo anegado por mi flujo… sin poder pensar… sin poder racionar… sin querer tan siquiera hacerlo porque, sabía que era tuya, que perdí desde el momento que te abrí la puerta… que conscientemente sucumbí ante ti porque te quise creer.
Mi piel se erizaba con tus ...
... caricias en mi espalda, un escalofrío atravesó mi cuerpo cuando te oí decirme “te quiero”, cuando mi respuesta fue también un te quiero, seguido de unos de los besos más dulces que recuerdo, un beso que terminó en un pequeño mordisco en tus labios cuando tu miembro se empezaba a meter en mi vagina, como una barra dura e incandescente la atravesaba lentamente, pero sin pausa, rozando cada terminación nerviosa, cada centímetro de mi interior alojándose allí dentro, dejando que los músculos de mi vagina se contrajeran apretándote el pene. Todavía no bombeabas, simplemente disfrutabas del calor y la humedad de mi vagina, que te apretaba, te succionaba hacia mí y disfrutabas viéndome cerrar los ojos y gemir, disfrutabas viéndome mirar como tu pene entraba y salía totalmente envuelta en mis flujos, luego cerraba los ojos y sonreía nerviosamente.
El bombeo no tardó mucho en aparecer, no tardaste en sacar y meter tu pene de mi vagina, en hacer que unos simples gemidos se evaporasen a favor de unos pequeños gritos y más tarde como arte de magia desaparecíamos de ventana, me habías cogido en volandas con tu pene alojado dentro de mí y en la cama con mis piernas en tus hombros bombeabas con fuerza, dejando las secuelas más placenteras en mi interior, sin poder gemir, solo gritar, sin poder articular palabra alguna. Los pocos afortunados que nos vieron, aquellos que estaban disfrutando con nosotros de pronto se vieron huérfanos mirando una ventana vacía, pero con el protagonismo que una ...