1. LA SUEGRA DE MI AMIGO


    Fecha: 01/07/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: andy, Fuente: RelatosEróticos

    ... estaba puesta una escalera contra la pared y que se movía ligeramente. Alguien estaba subido en ella, pero desde dónde yo estaba no podía ver quién era.
    
    Salí por la puerta de servicio y vi que se trataba de la señora Esther.
    
    Estaba limpiando unos azulejos que adornaban las ventanas del segundo piso.
    
    Al ver que la escalera estaba reclinada en la pared sin ninguna seguridad, me acerqué solicito a advertirle lo peligroso de su accionar y a sujetar los dos pies de la escalera.
    
    – Señora Esther, puede resbalar la escalera y se puede dar un golpe tremendo, le dije.
    
    -
    
    No te preocupes, me respondió.
    
    No es la primera vez que lo hago.
    
    Sin embargo, le contesté, me quedaré acá por si acaso.
    
    - Bueno, como tú digas. Y siguió frotando esos sucios azulejos.
    
    - ¿Qué fue de Susi, Oscar y los niños?
    
    -
    
    Me encargaron decirte que los disculpes, pero que tenían un compromiso antelado en casa de unos amiguitos de los chicos.
    
    Los invitaron a pasar el día en la playa vecina y como Susi no maneja… así es que has quedado a mi cuidado. – Que bueno, respondí, prometo portarme bien.
    
    Reímos.
    
    Mientras conversábamos y sentía sus afanes por sacar lustre a los dichosos azulejos, tuve que asir con más fuerza la escalera.
    
    Ella lo notó y me dijo: - Tenías razón, esto se mueve mucho pero ahora contigo voy a poder alcanzar con facilidad los más altos y aquellos que están en la esquina.
    
    Hazme el favor de enjuagarme este trapo y me lo traes bien remojado, por ...
    ... favor.
    
    Es un alivio no tener que bajar.
    
    Y dejó caer el estropajo. Al alcanzarle el trapo húmedo, tuve que subir un par de escalones mientras ella tuvo que inclinarse hacia mí. Cuando lo alcanzó, regresó a su trabajo y yo al bajar, seguí con el mío.
    
    Como no había mucho a dónde mirar levanté la cabeza y allí recién me di cuenta, que mi protectora Esther, tenía un par de piernas muy bien formadas, que tenía puesto una ropa interior blanca y que, además, no se preocupaba en lo más mínimo de cuidarse de las posibles miradas indiscretas.
    
    Como desde un principio había sujetado la escalera sin haber vuelto la mirada hacia arriba y la escuchaba y contestaba con mis ojos puestos en los palos de la escalera, no había caído en cuenta de las virtudes físicas de la suegra de mi amigo. Al ver lo que vi, en una reacción púdica instintiva, bajé de nuevo los ojos a donde los había tenido hasta ese momento. Pero ya mi mente empezó a correr a 100 y poco a poco, alzando la mirada, empecé a disfrutar de ese armonioso paisaje íntimo que se presentaba a simple vista y a mi alcance.
    
    No puede evitar volver a levantar la vista. Miré de nuevo hacia arriba. Esther se seguía afanando en frotar enérgicamente los mosaicos. A ambos extremos del antepenúltimo peldaño, sus pies estaban separados, buscando la adecuada estabilidad para hacer mejor los movimientos que le exigía la limpieza. De vez en cuando, en un complicado equilibrio, se ponía incluso de puntillas para llegar más alto. Pero todo eso era ...
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