1. Depravadita


    Fecha: 04/07/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ¿pretende que sea yo quién dé el paso que se supone que alguno debe dar?
    
    Ni me molesto en vestirme al salir del dormitorio. Total, después de haberse recreado un buen rato mirándome, poco recato debería mostrar en adelante.
    
    El resto de la tarde resulta un tanto tensa, y solo tocamos temas triviales. Pero algo me corroe por dentro y necesito forzar la situación. Entonces, dando rienda suelta a mi habitual descaro, decido dar el segundo paso que él, o no se atreve, o no quiere dar.
    
    ꟷ Dime, Antón. ¿Tienes alguna novieta nueva? He sabido que lo dejaste con aquella chica de Oviedo, hará algo menos de un año.
    
    ꟷ Sí. Lo dejamos. Al final la distancia es un obstáculo insalvable. Y no. No tengo a ninguna otra digna de mención.
    
    ꟷ Entonces te has convertido, imagino, en un masturbador empedernido ꟷsigo metiendo el dedo en la llaga.
    
    ꟷ No, querida. Eso es algo que no me va mucho.
    
    ꟷ Entonces… Eres de los dignos que prefieren que se lo hagan. Yo, por mi parte, confieso que me masturbo todo lo que puedo y más.
    
    ꟷ En serio ꟷpregunta como si no lo hiciera.
    
    ꟷ Pues, sí. Lo malo es que temo que la huella dactilar del dedo corazón derecho no sirva cuando tenga que renovar el DNI. Y lo peor es que con el resto de dedos no me apaño. Como que no siento el mismo gustirrinín….
    
    Antón ríe con ganas ante mi bobada. No importa porque me gusta que ría.
    
    ꟷ ¿No te van los juguetes eróticos? ꟷpregunta mirando hacia el suelo.
    
    ꟷ Lo probé una vez, pero el resultado no fue tan ...
    ... bueno como esperaba. El problema es que yo soy más bien clitoriana. Ja, ja, ja… ¡Soy Susana y vengo del planeta Clítoris! ꟷsuelto sin más, al tiempo que imito a un robot con la voz y los brazos.
    
    Lo reconozco y me avergüenzo, porque ha sido una imitación lamentable.
    
    Tal vez por esto no ha reído. Y tampoco ha dicho nada. Sigue con la mirada perdida.
    
    Sigo el trayecto entre sus ojos y el objetivo de estos hasta llegar a mi entrepierna. Estaba tan absorta con la charla que ni cuenta me he dado de mi posición. Sí, ha sido inconsciente, pero el caso es que, entre pitos y flautas, sentada en el sofá, frente a él en el sillón, mis piernas no están tan cruzadas como debían, y él puede ver mis braguitas sin obstáculos, con la hendidura vaginal bien marcada y una pequeña mancha de humedad.
    
    ꟷ ¿Es de sudor? pregunta, pillándome desprevenida.
    
    ꟷ ¿Sudor?... ꟷvacilo durante un par de segundos. Luego caigo en la cuenta, palpo la zona con la mano derecha y respondo con seguridad. ꟷNo. No es precisamente sudor.
    
    Él levanta la vista. Yo separo más las piernas, por si quiere retomar la observación. ¿Por qué?, me cuestiono. No sabría responder categóricamente. Imagino que, a estas alturas, Antón y yo somos simples seres humanos, más que primos, con instintos básicos como cualquiera.
    
    En este momento desconozco las motivaciones o pensamientos de Antón. Me sorprende retomando el tema como si nada.
    
    ꟷ Hay otras alternativas a los artilugios eróticos.
    
    ꟷ ¿Por ejemplo?
    
    ꟷ No sé. Mi ...
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