Dos mujeres para el sargento Ponter
Fecha: 08/07/2024,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Theresa1986, Fuente: CuentoRelatos
Texas, 1874
Llegamos al rancho Leadbetter, en la zona oeste de Texas, cerca de la frontera con México y el estado de Nuevo México, demasiado tarde para evitar la carnicería. Los comanches se habían ido y los coyotes y buitres habían comenzado a darse un festín con los cuerpos de los veintiún hombres y niños que habían matado. Dejamos que nuestros caballos descansaran y pastaran en la hierba del rancho Leadbetter mientras enterrábamos lo que quedaba de los cadáveres en tumbas poco profundas y amontonábamos las rocas sobre ellos. El Capitán abrió su Biblia y dijo unas pocas palabras.
Ese era el estilo comanche: matar a los hombres, llevarse a las mujeres, los caballos, las armas y todo lo que quisieran, y finalmente quemar lo que quedaba. Las mujeres blancas capturadas sabían el destino que les esperaba, muchas preferirían suicidarse antes que dejar que los comanches se las llevaran.
[Si bien los comanches ya practicaban la esclavitud antes de entrar en contacto con los europeos, fue sobre todo a partir de principios del xix cuando su práctica y el tráfico de esclavos alcanzaron una mayor escala. Entre las causas de este fenómeno, como en el caso de la poliginia, se encontraba la gran necesidad de mano de obra necesaria para la adaptación a su nuevo modo de vida de cazadores-pastores en las Grandes Llanuras.]
Los comanches no torturarían a estos cautivos hasta que regresaran a la seguridad de sus refugios del lado mexicano del Río Grande. Si pudíamos atraparlos ...
... antes de cruzar la frontera, podríamos rescatar a las mujeres. No tendrían un hogar o una familia a donde ir, pero al menos estarían vivas y de regreso con los de su propia especie.
"Vamos a perseguirlos", dijo el Capitán King. Montó en su gran ruano y abrió la marcha, siguiendo las señales del sendero como cualquier indio.
Suponíamos que iban un día por delante de nosotros, tal vez dos, pero viajaban con un botín y con cautivos. Si dejaban montar a las mujeres podrían moverse más rápido, pero a los comanches les gustaba hacerlas caminar; andando todo el día bajo el sol de Texas las humillaba.
Éramos once en la Compañía del Capitán King. Cada uno de nosotros tenía dos caballos y cambiamos entre ellos para dejarlos descansar. Viajamos livianos y rápidos con el Capitán a la cabeza y yo justo detrás de él.
Mis caballos eran descendientes de los caballos mustangs que los españoles habían traído doscientos años antes. Como yo, eran duros, y podían pasar algunos días con poca agua y poco descanso.
Llevaba tres Colt Walkers, uno atado a cada pierna y el tercero en una funda detrás de mi espalda. Mi fiel rifle de repetición Henry estaba envainado debajo de mi pierna derecha. Con ellos, podía disparar treinta y un tiros antes de tener que recargar. Todos nosotros, los Rangers, llevábamos Colts Walker. Después de la Guerra de Secesión, Colt había hecho el Colt Army que era el que llevaba el Capitán. Pero me gustaba el Colt Walker. Era grande y «pateaba» como una mula, su ...