1. El gigoló se cruza con la travesti


    Fecha: 10/07/2024, Categorías: Transexuales Autor: Ivanvorpatril, Fuente: CuentoRelatos

    ... labios de los míos para decirme con una voz baja y suave y ronca por la excitación. Que fuera tierno con ella que era virgen.
    
    - Nunca he estado con nadie. Ten cuidado por favor.
    
    - Por supuesto, iremos a tu ritmo. Sólo relájate y déjate llevar por tus deseos, por tu imaginación.
    
    Sonriendo le dije que por supuesto lo sería. Llevé una de sus manos a mi pecho para que me acariciara. Para que se soltara y empezara a conocer el cuerpo de un hombre.
    
    Ni siquiera toqué el suyo hasta que ella me quitó la camisa. Dejé que sus manos siguieran las líneas de mis pectorales y abdominales para que cogiera confianza. Acariciaron mis pezones con suavidad, casi con respeto.
    
    - Estás muy bueno. Has trabajado estos músculos.
    
    - Me cuido. Y ahora te toca a tí, me gustaría ver más de ese cuerpo que escondes tanto.
    
    Por fin la puse de pie y abrí su vestido al completo dejándolo caer al suelo. Su lencería carisma dejaba al descubierto su blanca piel, sus pechos menudos, apenas insinuados y una cadera fina, tan delgada era que se le marcaban los huesos, las costillas.
    
    Se colgó de mi cuello para volver a besarme casi con desespero y yo por fin pude agarrar su prieto culo para pegarla a mi cuerpo. La suavidad de su piel me estaba volviendo loco. Volvió a darle otro ataque de timidez y solo dijo:
    
    - Perdóname.
    
    - ¿Por qué? No has hecho nada malo.
    
    Mientras cogía mi mano, la llevaba a su pubis. De entre sus muslos había empezado a salir una polla que sin ser grande no era ...
    ... precisamente pequeña. Fina y recta, bien depilada, me desafiaba a rechazarla. Y parecía que nuestros besos y caricias la estaban poniendo bien dura. Tuve que apartar el encaje de la braguita para que no le hiciera daño.
    
    Tenía que estar ciego para no haberme dado cuenta antes, pero me había despistado su timidez. No es que me gustara el engaño en que había caído. Pero la dulzura de aquella virginal muchacha hizo que volviera a besarla sorbiendo su lengua.
    
    - No pasa nada. Para mí eres toda una mujer. Y lo vamos a comprobar. Sin prisa.
    
    Prometí que no me iría sin hacerla mujer. Deseaba arrancancar la braguita de encaje y el sujetador a juego para disfrutar de la vista de su hermoso cuerpo andrógino desnudo.
    
    - ¿Te hormonas?
    
    - Desde hace poco, sí.
    
    - Parece que te queda bien. Muy bien, por lo que estoy viendo. Vas a ser una mujer preciosa.
    
    Creo que hasta se ruborizó con mis palabras. Pero ella se estaba excitando a pasos agigantados y queria más. Con mis caricias su polla se había puesto bien dura.
    
    A mi también la situación y tener esa bonita estaca en las manos me estaba poniendo muy cachondo. Seguí desnudándola, con una sola mano solté el broche del sujetador y me quedé con la leve prenda en la mano.
    
    Al fin pude contemplar los pequeños y duros pechos. El pezón orgulloso, rojo oscuro, coronando dos conos de carne apenas apuntados. De besar sus dulces labios pasé a la oreja, el cuello, el hombro y esas tetitas que me llamaban.
    
    No soltaba su cadera, pero aún ...
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