Ainhoa, la policial local
Fecha: 15/07/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: fernandobcn, Fuente: CuentoRelatos
... jajaja
Presto toda la atención que puedo, es bastante más interesante que la que me cuenta José, y esa voz… ¿dónde la he escuchado antes?
-Mari Pau, ya sabes lo que disfruto poniendo multas y castigando, es que me puede, jajaja. Hace unos días le puse una multa a un tipo que iba a toda pastilla, aquí al lado. No estaba mal, era atractivo, mayor que yo, como a mí me gustan. Gastaba un buen paquete, por lo que puede apreciar tal como estaba sentado, con su carita de cordero degollado. No sé por qué, pero al verlo indefenso y con ese paquete, me puso, y no sabes hasta qué punto. No me hubiera importado follármelo allí mismo.
-No tienes arreglo Ainhoa, eres como la Mad Max de la carretera, jajaja
Tal como escucho la conversación, mi nivel de excitación va en aumento, y es escuchar aquello, como si de repente explotase un globo dentro de mi cabeza.
¡Es ella!, la “Poli” chulesca y borde de la multa. Así que, yo, con carita de cordero degollado y con buen paquete… He de reconocer, que, en parte, me siento halagado y a la vez furioso.
-José, disculpa un momento, voy al baño. Pídeme otra cerveza, por favor.
Ya en el baño y frente al espejo, pienso en lo que voy a hacer. No lo tengo nada claro. Estoy confuso. Siento el palpitar de mi corriente sanguínea en mis sienes y como mis pensamientos se atropellan, embotados.
No pienso más, salgo del baño y me dijo hacia nuestra mesa pasando por delante de ellas. La veo, la miró a los ojos, sin disimulo, de forma ...
... directa e incluso amenazante.
La observo con detenimiento durante un instante. Sin su ropa de trabajo, parece más vulnerable, más humana. Su cabello negro, corto, como si fuera un chico. Sus ojos oscuros y rasgados. Su cara ovalada, con grandes labios y nariz chata. Lleva una camiseta ceñida, de color rosa y debajo un sujetador deportivo sin aros que sugiere unos pechos pequeños y firmes, pantalón corto que deja al descubierto unas piernas morenas, musculosas y en los pies, sandalias playeras. Parece salida del gimnasio.
Se da cuenta, me devuelve la mirada con curiosidad. De pronto, sus ojos se abren con sorpresa, sus cejas se arquean y se sonroja, bajando la mirada.
Su amiga la mira, e inmediatamente dirige su mirada hacia mí, queriendo averiguar quién ha sido capaz de provocar esa reacción. Reacción que, probablemente, no conocía en su amiga.
-¿Te ocurre algo Ainhoa?
-No nada. ¿Y si nos vamos?, se está haciendo tarde.
Estoy sentado, escuchando, mientras mi amigo José sigue con su conversación liguera y a la que ya no presto atención. Estoy orgulloso de haber provocado esa reacción, que no me esperaba. Me siento envalentonado.
Me levanto de mi silla y sin decir nada a José me doy la vuelta, y de forma audaz, me sitúo frente a ellas.
-¡Hola!, -así de sopetón-. Perdonad, que os interrumpa, ¿eres la de la multa del otro día?
Las dos se quedan, que les pinchan y no les sacan sangre. Ya me estoy arrepintiendo de ser tan audaz y ahora soy yo el que está ...