1. Seducida y follada por un caradura con sorpresa inesperada


    Fecha: 18/07/2024, Categorías: Hetero Autor: Caprice, Fuente: CuentoRelatos

    Julio de 2022.
    
    Llevo una semana trabajando como camarera en una terraza de ocio nocturno. Tras terminar el curso en la universidad, pensé que no me llegaba con la asignación de mis padres, y decidí ganar un dinero extra para mis cosillas.
    
    Hace dos días, mientras repartíamos el bote de las propinas entre las compañeras, Lucía se quejó. Afirmaba que el reparto no era justo, porque mi aportación estaba muy por debajo del resto. Marta, la veterana entre todas, explicó que los clientes no dan buenas propinas a las chicas bonitas, sino a las picantes que alimentan sus fantasías. No es que yo fuera de puritana, pero reconocí que ellas iban escandalosas. Decidí de buena gana seguir el ejemplo.
    
    Ayer en mi dormitorio, tras poner patas arriba el armario, me decidí por una blusa blanca anudada por debajo de los senos, sin abotonar y sin sujetador. Al tener los pechos menudos, no pretendía resaltar su volumen, sino insinuarlos con la más leve inclinación del torso. Añadí un pantaloncito vaquero muy corto, que suelo ponerme cuando voy a la playa, y muestra una generosa porción de culo, dibujando una sugerente sonrisa de gato entre las nalgas y los muslos. Completé el look con la melena alborotada, botines de cuero marrón, bisutería justa y unas gotitas de colonia. Entonces noté el cambio y pensé, mientras me miraba en el espejo, la de pasiones que levantaría.
    
    Roja de vergüenza, apenas bajé de mi coqueto Seat 600 rojo en el aparcamiento, aguanté comentarios groseros y algún ...
    ... que otro silbido, como los que se emplean con el ganado. Los de mis compañeras, picantes y jocosos, tampoco rebajaron el color de mis mejillas, pero me sonaron diferentes. Luego bromearon con lo que ellas llaman, «la metamorfosis», y que definen como, «la gata que se convierte en tigresa».
    
    A eso de la medianoche, unos chavales ocuparon la mesa once, una de las que yo atiendo. Eran cinco y parecían bebidos. Se comportaron con educación durante un rato, hasta que las tonterías de unos animaron al resto. De este modo escuché comentarios del tipo: “¡vaya culo tiene la tía!”, “¡está para hacerle un favor!”, o el más recurrente en estos casos, “¡a esta le echaba uno detrás de otro!”. Nada que yo no pudiera manejar con un poco de tacto. Sin embargo, el que no decía nada era el más peligroso, el típico Casanova guapito que te desnuda con los ojos, mostrando indiferencia cada vez que le pillas haciéndolo.
    
    Cuando se marchaban, el tunante me ofreció un billete de cincuenta euros, y me pidió con exquisita cortesía que le cobrara todo. En ese preciso instante, como salido de la nada, mi jefe me arrebató el billete de las manos y se lo devolvió al otro, alegando que la ronda corría de su cuenta.
    
    Pregunté por el motivo de tanta generosidad, molesta porque esperaba una buena propina. Entonces, mi jefe explicó que era su primo, que allí nunca paga.
    
    Me lo presentó y nos saludamos con dos tímidos besos en las mejillas; pero, cuando nos separamos, un penetrante aroma varonil había ...
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