1. Mi historia con una mujer maltratada (9)


    Fecha: 21/07/2024, Categorías: Hetero Autor: Tmy456, Fuente: CuentoRelatos

    ... short, su blusa y finalmente se quitó el corpiño y la bombacha.
    
    —Faltás vos nada más, comentó.
    
    —¿Eh?
    
    —Sacate el calzón, mi amor.
    
    Cuando me lo saqué, abrió el agua y nos metimos los dos al unísono.
    
    Me abrazó con fuerza por arriba de la cintura.
    
    —¿Te pongo shampoo?, preguntó.
    
    —Si te copa.
    
    —A mi lo que me copa no es ponerte shampoo, sino tocarte, que sientas mis dedos recorriendo cada parte de tu cuerpo, que mis labios viajen por este paisaje, que los tuyos recuerden mi nombre en voz baja, en gritos o gemidos, que te vuelvas loco con mis caricias y con mis besitos, dijo en un tono seductor.
    
    Besó mi torso, mientras que abordaba mis bíceps con sus manos, fue bajando e hizo lo mismo con mi vientre tomándome de las manos, por último se arrodilló y se detuvo en mi entrepierna. Me comenzó a tocar la verga y se levantó lentamente, hasta que se puso como piedra.
    
    Me gustaba mucho como jugueteaba mientras tocaba mi panza.
    
    En un momento se incorporó dando un beso en la punta y sentí un temblor muy fuerte en todo el cuerpo.
    
    Me puso shampoo en el pelo y masajeó el cuero cabelludo hasta sacar espuma, pasó la espuma por mis brazos, manos, tórax, abdominales, espalda baja, espalda alta, muslos y pene. Me puso abajo del chorro de agua y enjuagó cada parte de mi cuerpo.
    
    Tocaron timbre.
    
    —Es la pizza, dijo.
    
    —Andá a atender vos.
    
    Me agarró de los hombros y me dijo:
    
    —Ahora vengo.
    
    Salió de la ducha, se puso una toalla en la cabeza y otra que le ...
    ... cubría todo el cuerpo. Salió y en unos minutos estaba de vuelta.
    
    —Terminá de bañarte y salí que ya está la comida.
    
    —Voy.
    
    Aproveché lo que quedaba de agua para sumergir la cabeza. Cuando salí me puse una toalla y me estaba esperando afuera del baño con los brazos abiertos de par en par. La abracé y le agradecí.
    
    —Gracias.
    
    —¿Gracias por qué?
    
    —Por todo lo que hacés para que me sienta mejor.
    
    —No pasa nada, mientras surta efecto, osea que estés tranquilo y contento... y tu... amiguito... también... yo estoy feliz.
    
    Mientras ella iba diciendo esto, se ponía más nerviosa. Yo, no obstante, dije algo que la descontracturó un cachito.
    
    —Y bien que lo hace.
    
    —Así me gusta... Bueno, ¿Vamos a comer?, preguntó.
    
    —Dale.
    
    Nos sentamos y comimos. Eran las 12 de la noche y estábamos acostados de cucharita en el sillón, sin hacer absolutamente nada, callados. Estábamos destrozados los dos, cansados de toda la mierda que nos pasaba por encima. Hasta que ella me preguntó:
    
    —¿Vamos a la cama?
    
    —Sí, le dije.
    
    —Vení.
    
    Me agarró tiernamente del brazo y me llevó al dormitorio.
    
    Me acarició la cara antes de sentarnos.
    
    —¿No querés hacer nada hoy?
    
    —No es que no quiera, simplemente no tengo ganas.
    
    —Yo sé como solucionar eso.
    
    —Sorpréndeme.
    
    —Acostate.
    
    Seguí la orden que me dio. Me dejé caer sobre mi espalda y ella se apoyó arriba mío. Me dijo algo que me heló la sangre.
    
    —Hoy vamos a hacerlo sin forro.
    
    Pensé que estaba chiflada e incorporé mi pecho, ...