En los ríos de la Patagonia
Fecha: 24/07/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Flyer, Fuente: CuentoRelatos
Eran mis pausas más ansiadas. Dos o tres días solo, en algún río de mi amada Patagonia fuera del alcance opresivo de la todopoderosa Red, disfrutando de mi pasión por la pesca. Desde que algunos negocios me llevaron a viajar a la zona con cierta frecuencia, agregaba a mi plan estos recreos solitarios. Acampaba “al agreste”, es decir fuera de sitios de camping organizados, de manera de no encontrar gente, y mi SUV era lo suficientemente espaciosa para desplegar una bolsa de dormir en su parte trasera, y de esta manera no armar una carpa. Por supuesto, nada de campamento pobre. Me acompañaba siempre una buena provisión de vinos de calidad, charcutería, quesos y habanos. Con mas todo el equipamiento necesario para en confort en la vida al aire libre.
Me había decidido ese noviembre por un lugar en el río Manso, cerca de su embocadura en el lago Steffen. Buen acceso por automóvil (todo terreno, entiéndase), y el camping organizado estaba a un par de kilómetros por la orilla del lago. Nadie que moleste. O eso pensé. Retornaba de pescar por la tarde y vi una carpa próxima a mi SUV. “La puta madre” – pensé – “porque mierda no se pusieron en otro lado”. Me senté en un banquito y estaba sacándome mis botas y pantalones de vadeo cuando las veo llegar. Eran tres chicas, bastante jóvenes, unos 18 años, quizás 19. “¡Hola!” me saluda que caminaba adelante. Una morochita tetona y bastante gordita. La seguía otra morocha, grandota y también algo rellena, y una flacucha carilinda de pelo ...
... castaño y ojos color miel, más estilizada, pero de tetas chiquititas. Lara, Karina y Soledad se presentaron. Calzaban zapatos de trekking, pero vestían remeras y trajes de baño debajo (o bikinis, no sé), cosa esperable con el calor anormal que hacía y el día espectacular que terminaba. Traían leña, la cual evidentemente habían ido a recolectar con intenciones de hacer una fogata.
- Hace mucho calor y el indicador de riesgo de incendio está en amarillo chicas. ¿No trajeron hornalla portátil para cocinar? – Les advertí.
- Uhh no. Vinimos de mochileras y a pie. Con lo indispensable… – Respondió Lara, la que había saludado primero y parecía llevar la voz cantante del grupo.
- Acá es donde tienen que encenderlo. – Les mostré un lugar adecuado en claro que separaba mi auto de su carpa, y les ayudé a improvisar un fogón y encenderlo.
Conversamos un poco. Eran de Rosario. Habían planeado esta experiencia para el verano anterior, pero se les había postergado por diversos motivos. Lara y Karina eran sociables, pero vocingleras. Hasta ruidosas. Soledad era como su nombre, más retraída y callada.
- ¡Bueno, ya que encontramos un nuevo amigo con auto, quizás vino aprovisionado de algo de alcohol para compartir en este lugar soñado! – dice Karina con poca sutileza.
- El alcohol no es para menores – contesté lo primero que se me ocurrió.
- ¡Ya tenemos 18! ¡La birra por un pete era el año pasado en Villa Gesell! – dice algo desaforada Lara. Había escuchado de eso, pero lo ...