1. En los ríos de la Patagonia


    Fecha: 24/07/2024, Categorías: Hetero Autor: Flyer, Fuente: CuentoRelatos

    ... Soledad solo cubierto por su bikini, apoyado sobre mi falda a su vez solo cubierta por el pantalón de tela fina de secado rápido, había hecho que despertara nuevamente el interés de mi alter ego. Cada tanto se incorporaba una poco para alcanzar o alcanzarme cosas de la mesita, y ese vaivén, lo exageraba mucho más de lo necesario, no solo enterada sino también interesada, en mi situación.
    
    - Me estás matando. – le susurro al oído – necesito acomodarme un poco.
    
    Se levanto a recargar de vino su copa y yo me desabroché el pantalón y corrí un poco para abajo mi calzoncillo. Mi erección se acomodó apuntando a mi ombligo. Soledad se volvió a sentar sobre mí, pero ahora con mi verga en contacto con la tela de su bikini. Tibia en esa parte. Nada vieron sus amigas que estaban apenas del otro lado de la mesa. La oscuridad ya lo impedía, y la bebida que habían consumido más. Por lo que acto seguido mi mano terminó sobre la pierna de ella, y pronto acariciaba su parte interna. Llegué hasta su conchita mojada, y la acaricié primero sobre su bikini, para después correr el elástico y buscar su clítoris. Su respuesta instantánea fue un estremecimiento de placer.
    
    - Metémela – me susurra.
    
    Soledad se incorporó nuevamente sobre la mesa, esta vez para rellenar mi copa. Le corrí la tanga con mi izquierda, con mi derecha apunté mi verga. Buscamos entre ambos su entrada lubricada, y de un movimiento se sentó sobre ella, sus piernas cruzadas entre las mías abiertas. Nos quedamos así, ...
    ... conectados, por lo menos por la siguiente hora, mientras seguíamos conversando y bebiendo alegremente los cuatro. Solo hacíamos los mínimos movimientos para mantener mi erección. Ocasionalmente un poco más cuando ella volvía a servirnos vino el cual saboreábamos lentamente, como nuestro coito escondido. No era el caso de Karina y Lara quienes ya estaban lisa y llanamente borrachas. Tambaleantes, se apartaron un poco para ir al baño, y se arrastraron dentro de la carpa para dormir. Siguió con la vista a sus amigas entrar en la carpa, y cuando la última lo hizo le besé la oreja desde atrás y le dije “mirá al cielo”. En una noche sin luna, a kilómetros de la contaminación lumínica, la vía láctea se nos mostraba como lo hacía a los hombres antiguos. La maravilla de la esfera celeste, la embriaguez del alcohol, y la tensión de la carne excitada nos sumieron en un éxtasis estático por varios minutos más.
    
    - No quiero cortar el clima. – me dice – pero hace rato necesito ir al baño.
    
    - Yo también. Vamos al rio, así también nos limpiamos un poco. Hay una cuenta que tengo que saldar con vos.
    
    Busque una linterna y caminamos hasta el río. Nos aliviamos y nos lavamos con el agua helada. Volvimos semidesnudos hasta el campamento, la hice sentar a Soledad en la silla, y le di un buzo para abrigarse. Esta vez yo me arrodillé para chuparla. Subí lento por sus rodillas hasta su entrepierna, recorriendo su piel erizada por el frío. En su pubis se sentía un vello tenue. Sin dudas depilado ...