1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (7)


    Fecha: 26/07/2024, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... carcajadas, le rodea con sus brazos por el cuello, saltando sobre mi marido para afirmarse con sus largas piernas achocolatadas por la cintura, haciendo que mi esposo tambalee y se eche un paso para atrás, a la vez le estampa un sonoro beso en la mejilla derecha. Camilo se da una media vuelta y la deposita con cuidado sobre el tablado del porche, un poco sorprendido por aquel saludo tan efusivo y… ¿Romántico? ¿Pero qué mierdas pasa aquí?
    
    — ¡Jajaja! Es verdad que varios compañeros de la universidad me han echado uno que otro piropo, pero Meli, yo tengo mis metas bien claras y primero está el estudio, que el placer vendrá después. –Me responde con sensatez. – ¡Pero qué calor hace hoy! Cami, de casualidad no tendrás… ¿Algo frio y Dushi por ahí? —Y sonriente, Maureen pasa hacía el interior de la cabaña, como Pedro por su casa, con una acostumbrada confianza que se me hace extraña.
    
    — ¿Cami? Aprovecho el momento de soledad y le hago el comentario a mi esposo, mirándolo con una furia disimulada en mis ojos y sí, algo celosa. Mi marido solo atina a levantar los hombros y decirme: —Es solo el desparpajo de la juventud. ¡Tranquilízate Melissa!
    
    Pero dentro de mi cabeza empiezan a barajarse miles de posibilidades. Tantos meses separados… ¡Un hombre tiene sus necesidades! Esta calurosa y paradisiaca isla… ¡Ellos dos aquí solos! Una de joven también las tiene, no tenemos por qué ser tan diferentes a los hombres… ¡Este ambiente festivo! Mi esposo sin ser muy guapo, sí que es ...
    ... bastante atractivo y… ¡Ella con esa belleza núbil! Mierda… ¿Será que le quedaron gustando las «sardinas» a Camilo?
    
    Humm, siento celos, sí. Y bastantes, pero con todo lo que le hice… ¿Tengo autoridad para reprocharle algo?
    
    —Meli… ¿Y Mateo dónde está? —Me pregunta Maureen, mirando para todos lados y con dos latas de cervezas, goteando ambos envases, su fría y refrescante humedad.
    
    —No está aquí, Dushi querida. Lo dejé en Bogotá al cuidado de una amiga. —Le respondo y ella apaciguada, frunce los carnosos labios, provocando con ello que se asomen dos pequeños hoyuelos en sus mejillas. Me ofrece una cerveza y ella destapa primero la suya. ¿No le trajo una a Camilo?
    
    —Es una lástima, estaba emocionada por verlo. ¡Debe estar inmenso mi chiquitín pinguín! —Y da un sorbo largo a su cerveza. Se acerca a mi esposo, pasa su brazo por la cintura, bastante cariñosa y recuesta su cabeza sobre el hombro de Camilo, que me mira ahora con detenimiento.
    
    Yo destapo la mía y con agrado siento el delicioso sabor a malta de la cerveza, bajando por la garganta refrescándome, pero eso sí, sin dejar de observar las afectivas muestras de cariño con las que se tratan estos dos. Finalmente, Maureen se separa de Camilo, le entrega la cerveza y baja las escalinatas, –meneando sus caderas– hasta llegar a mi lado para envolverme con sus brazos nuevamente.
    
    —Bueno ya te saludé, Meli. Ahora me marcho a ayudarle a mamá con el almuerzo. Si me demoro más es capaz de darme un par de nalgadas. ¡Feliz ...