1. La buena esposa


    Fecha: 30/07/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Rosa tenía lo que podríamos llamar el encanto de la mujer mediterránea. De altura discreta, sin llegar a ser baja, ancha de caderas, algo nalgona y unos senos que hacían que los hombres la mirase a pesar de sus cuarenta y largos años. Su tez de un bronceado dorado, la melena hasta los hombres, de un castaño oscuro. Aún se sentía bien con su cuerpo.
    
    Casada desde joven, a los veinticuatro, su matrimonio había entrado, ya hacía tiempo, en una cierta monotonía y aunque ella estaba convencida de que su esposo, en sus viajes de trabajo, se daba alguna que otra alegría nunca se lo había echado en cara, pensaba que era algo consustancial en los hombres y después de todo lo prefería a que tuviese una amante. Ella, por el contrario, era lo que definiríamos como una buena esposa: nunca había sido infiel a su marido, ni siquiera era algo que pasara por su cabeza, aunque ciertamente tenía, como tu el mundo, sus fantasías y sueños húmedos.
    
    Cuanto necesitaba de aquel gin-tonic, allí en una terraza, lo que le había pasado aquellos días hacía que fuera una desconocida para sí misma.
    
    Que un hombre se le arrimase en el metro era algo que le había ocurrido más veces de las deseadas, pero que ella se quedara inmovil, que solo se le ocurriera poner el bolso de forma que las demás personas no vieran lo que estaba sucediendo esto, esto sí que no era una reacción propia de ella. Llegó a notar su pene, duro, en su nalga, su aliento la nuca y ella, bajando la mirada, inmovil, dejando hacer a ...
    ... aquel cerdo, humedeciendose.
    
    Llegar a casa y tumbarse, boca abajo, en la cama para masturbarse fue todo uno. Nunca pensó que era posible que reaccionara así. Ni lo era que los días siguientes se pusiera leggins, cuando nunca los usó. No hace falta ser psicoanalista para explicarlo, aunque ella no se diese o no quisiera darse cuenta de lo que le estaba pasando.
    
    Después fue peor; volvieron a coincidir, a él poco le costó ponerse detrás suyo. Esta vez Rosa llegó a nalguear discretamente, mientras le oía susurrar en la oreja la palabra mágica, lo que nunca nadie le había dicho: “Puta”:
    
    Temblaba de miedo de lo que pudiese ocurrir cuando bajaron en la misma parada, por suerte él la ignoró.
    
    Esta vez esperó a la noche, cuando Juan había partido ya para su viaje de trabajo. En la cama, fantaseaba con aquel hombre desconocido, en cómo la vejaba y la humillaba. Se dejaba someter como una perra sumisa, disfrutando de ello, frotando su clítoris mientras le venían imágenes degradantes a la mente, imágenes y palabras nunca pronunciadas.. Fué el orgasmo más intenso que nunca había tenido.
    
    Ella, que jamás había ido con otro hombre que no fuese Juan.
    
    Esperaba no volver a verlo más.
    
    ¡Dios! Era él yendo hacia donde ella estaba sentada.
    
    - Hola ¿Haciendo tiempo para ir a casa?
    
    - ¿Eh? - Dijo haciéndose la sorprendida.
    
    El buen tiempo reinante hacía que llevara un vestido primaveral, estampado con grandes flores, una falda vaporosa, dos dedos por encima de las rodillas, ...
«1234...»