1. La buena esposa


    Fecha: 30/07/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... que al sentarse dejaban al descubierto una buena parte de sus muslos, un vestido de tirantes, con un escote de pico, que aunque no se podía decir que generoso, lo era lo suficiente para que algún hombre la hubiese mirado al salir del trabajo.
    
    - Supongo que no te importará que me sienta a tu lado. ¿Vives por aquí no?
    
    - Bueno..si..es mi barrio.
    
    - Me llamo Jose . Tu Rosa ¿Verdad? Hace días que no coincidimos.
    
    Era un hombre maduro, de unos cincuenta años, el cabello canoso, la barba recortada, vestía de con un traje casual de color crudo, camisa blanca, sin corbata, no era nada vulgar, bien parecido, no esperarias nunca de alguien así que se comportara como hizo con ella en el metro,
    
    - ¿Cómo sabe mi nombre?
    
    - Sé algunas cosas de ti, por ejemplo que tu esposo, el bueno de Juan está estos días de viaje y que mientras él trabaja, aunque a decir verdad no solo trabaja, tu, por decirlo de algún modo, te dejas ir.
    
    - Lo siento. Yo..bueno yo nunca había hecho algo así..no se lo que me pasó. Supongo que debería disculparme y pedir que lo olvidara.
    
    - ¿De verdad no sabes que te pasó? ¿Qué te está pasando ahora mismo? ¿Quieres que te lo explique yo?
    
    - Será mejor que lo olvide. Debo irme ya, lo siento.
    
    - Espera. - Su voz y su forma de decir aquello denotaban autoridad.
    
    Llamó al camarero:
    
    - Por favor, sírvanos otro para ella y uno igual para mi.
    
    - De verdad que debo irme ya.
    
    - ¿Irte? ¿Y qué harás cuando volvamos a encontrarnos en el metro? ...
    ... ¿Huir?
    
    Rosa se ruborizó mientras bajaba su mirada.
    
    - No debes avergonzarte de lo que pasó. No eres la primera. Hay un perfil ¿Sabes? Mujeres digamos maduras, casadas deseosas de seguir gustando.
    
    Notó como un dedo dibujaba círculos en su rodilla, subía por su muslo.
    
    - Por favor. Me está poniendo en evidencia.
    
    - No hace falta que yo te ponga en evidencia, observa como te mira aquel hombre. Te gusta que te miren así y él lo sabe.
    
    - Por favor, pare. No me conoce de nada.
    
    - He conocido y conozco a otras como tu Rosa, pero si crees que este no es el lugar, que la gente puede reconocerte y esto te compromete, dame tu teléfono antes de irte.
    
    - De verdad. Olvide todo esto. Siempre he sido fiel a mi esposo.
    
    - Yo puedo olvidarlo, de hecho ya no me acordaba de ti hasta que te he visto aquí, pero dudo mucho que tú puedas. Haremos una cosa, no me gusta forzar las situaciones, te daré yo mí número y serás tu la que me llamarás, de esto estoy seguro.
    
    Sacó de su chaqueta una pequeña libreta y arrancó una página.
    
    - Aquí lo tienes. Puedes llamar a cualquier hora, vivo solo y si en aquel momento no puedo atenderte te lo diré. Toma.
    
    Rosa hubiera podido levantarse e irse, quizá es lo que tendría que haber hecho, sin embargo cogió aquel papel y se lo guardó en el bolso, pensando, o queriendo pensar, no dar un desaire.
    
    Estaba muy nerviosa cuando se levantaron de la mesa y solo esperaba que no fuesen en la misma dirección, para su tranquilidad, falsa tranquilidad, así ...
«1234...»