Sin querer queriendo
Fecha: 08/08/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos
... después, apareció y me hizo señas de que los siguiera, conduciéndome hasta una habitación. No más entrar le pidió a ella que se sentara en la cama y procedió a desnudarse, frente a ella, con toda la calma del caso, exponiendo su herramienta, para ese momento erecta y totalmente endurecida. Una vez más, guío las manos de mi mujer para que se la tocara, acariciando su tronco de arriba abajo, sus grandes testículos y su brillante y lustroso glande.
El miembro erecto del hombre, desnudo, llamaba la atención. Tenía un cuerpo era proporcionado, algo delgado, por lo cual su pene destacaba y se veía ciertamente grande. Era curvado hacia arriba y duro al tacto, cosa que a mi mujer parecía atraerle, pues no dejaba de manipularlo. Pudiera decir que estaba fascinada con la experiencia.
En ese punto, de seguro ella estaba super excitada, pero, vestida, frente a él, a pedido de Carlos se atrevió a chupar aquel miembro. Y lo hizo con algo de prevención, muy delicadamente, mientras seguía acariciando aquel pene con agilidad y mucha intensidad. El, entonces, le dice que la va a ayudar a desnudarse, pero ella se resiste. No se deja quitar la blusa, pero permite que le suelte y le baje su falda y a despojarse de sus pantis. Nada más. El, delicadamente y sin prisas, le pide que se recueste en la cama y, una vez allí, separa las piernas de mi mujer y se inclina para chupar su sexo.
El tipo, para qué, pero era muy hábil lamiendo el sexo de mi mujer que, no sintiéndose invadida, permitió ...
... que él jugara con ella y tuvieran sexo de esa manera. Ella solo se limitaba a presionar sus labios y contorsionar su cuerpo mientras él hacía lo suyo. Y algo estaría haciendo bien, que, pasados los minutos, mi esposa empezó a gemir y a guiar la cabeza del hombre para que continuara en su faena. Y, en esa tónica, Carlos aprovechó para retirar su cara de repente y clavar su verga en la concha húmeda de mi mujer.
Ella no mostró sorpresa alguna y lo aceptó. Así que el hombre empezó a bombear dentro de mi mujer, sin condón ni protección alguna, algo que no pareció importarle a ella en absoluto, plegándose a la voluntad de aquel macho sin recato alguno. Carlos la agarraba de sus nalgas y la atraía hacia él conforme la taladraba con su dispuesta herramienta. Y ella… como sin querer queriendo, dejaba que aquel hiciera de las suyas. Quiso, en esas circunstancias, seguir desnudándola, pero ella, excitada y clavada como estaba, no lo permitió.
Entonces, Carlos, sin mayores opciones, siguió montado sobre ella, en posición de misionero, hasta que, después de tanto bombear y escuchar los gemidos crecientes de mi mujer, finalmente sacó su miembro para eyacular sobre sus piernas, que quedaron mojadas con su blanco y abundante semen. ¿Te gustó? Le preguntó. A lo que ella respondió sintiendo afirmativamente con su cabeza, pero sin decir una palabra.
Después de aquello, ella se entró al baño y se demoró una eternidad en salir. Tanto, que Carlos, que había quedado conversando conmigo, se ...