1. Todos quieren con Laura...


    Fecha: 23/08/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... los hombres, poco a poco, iban desplazando a la pareja y se turnaban para bailar y coquetear con las señoras, ya también semidesnudas, haciendo más explícitas sus caricias y toqueteos en sus cuerpos, hasta el punto de que ya empezaban a exhibir sus erectos miembros, alentándolas para que participaran acariciándoles y masajeándoles sus penes. Quien estaba de frente estrechaba a la dama en un abrazo mientras que quienes estaban detrás empujaban sus miembros contra las nalgas de la elegida, haciéndole sentir su virilidad.
    
    Una de esas damas no aguantó el voltaje de tales embestidas y se prestó para ser penetrada, ahí mismo, en la pista de baile, a la vista de todos. El agraciado muchacho que tuvo la fortuna de iniciar el acto, la abordó con mucha delicadeza y ella, en armonía con el momento, se inclinó para mamar el pene del hombre que tenía en frente mientras era taladrada insistentemente por el muchacho que tenía atrás. El otro muchacho, el tercero en discordia, seguía masajeando el cuerpo de la excitada mujer. Después de un rato, y coordinados, los hombres turnaban sus puestos, sin dejar que la mujer descansara de tal acoso.
    
    Llegué a pensar que aquellos eran actores que se prestaban para mostrar, más o menos cómo era que funcionaba la rutina prevista para esa noche y motivar a quienes asistíamos para que nos atreviéramos en la aventura. No obstante, la persona que se prestó para aquello era una mujer normal, que vestía de manera conservadora y, eso sí, muy dispuesta a ...
    ... que pasara de todo. Así que pocos instantes después, aquellos hombres le insinuaron algo al oído y, sin dejar de asediarla, se retiraron de la pista de baile, dirigiéndose hacia una escalera situada al fondo del salón. En la pista quedaba otra pareja que, al igual que la anterior, era abordada por otro grupo de tres muchachos, que procuraban despertar en la mujer el deseo para imitar a la mujer que ya abandonaba la pista.
    
    Detrás de ellos, claro está, otro grupo de hombres, incluido yo, seguimos a la mujer y sus tres corneadores. Dejé sola a mi mujer, haciéndole señas de que iba a observar. Y estuvo de acuerdo. Al llegar al segundo piso de aquella instalación, había un salón iluminado con una luz púrpura, bastante tenue, donde había varios sofás de forma redonda. Las mujeres que llegaban allí, se acostaban, o, en la posición de su predilección, permitían que se les abordara sexualmente por quienes la acompañaban en la aventura.
    
    Esa primera mujer, no más llegar allí, se tendió de espaldas, boca arriba y, abriendo sus piernas, dejó que aquellos hombres la penetraran. Uno de ellos la ensartaba mientras ella observaba cómo lo hacía y simultáneamente procedía a acariciar y mamar el pene de sus compañeros, quienes, posteriormente, también se turnaban para penetrarla.
    
    El grupo de hombres se iba incrementando, porque, además de los tres inicialistas, ahora se agregaban aquellos que, curiosos, nos acercamos a observar aquello y nos decidimos a participar, por qué no, siempre y ...
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