1. Secuelas de una pandemia (I): Olfato


    Fecha: 01/09/2024, Categorías: Gays Autor: LetraEros, Fuente: CuentoRelatos

    ... acostaron en el sillón para reponer energías, sin mediar palabras. De pronto, Pato llevó su mano izquierda a la calza que usaba para entrenar, se manoseó el paquete y luego se olió los dedos con un leve sonido de aspiración. Diego volvió la cabeza sorprendiendo a su amigo, quien lejos de inhibirse, con los dedos en la nariz declaró:
    
    –¡Uff! ¡El olor a chota que manejo!!
    
    Diego respondió con una carcajada y acto seguido hizo lo propio.
    
    –¡Boludo! ¿No era que nunca te la olías?
    
    Pero Pato, por toda respuesta volvió a manosearse para volver a su nariz con los dedos impregnados de su olor. Como parte del diálogo, Diego hurgó dentro de su short anaranjado.
    
    –Yo también –declaró–. Pero más a huevo sudado que a pija.
    
    –¡Jajaja! ¡Qué nabo! ¿Cuál es la diferencia? –preguntó Pato algo confundido.
    
    –Son dos cosas distintas, gil –respondió Diego sin dudarlo. Y viendo que su amigo parecía no entender, pasó a explicar el tema con la autoridad de un profesor.
    
    –Los huevos huelen por el sudor, ponele, pero la pija tiene olor propio. Algo de meo, algo de leche.
    
    –Dale, es lo mismo…
    
    –¡No! Mirá –dijo bajándose el short y dejando al descubierto su pija. –Primero olete los huevos, después pelá la cabeza y vas a notar la diferencia.
    
    Pato sintió un calor intenso en las mejillas. Era la primera vez que veía el sexo de su amigo. Años de salir juntos a todos lados, de confidencias y charlas; pero jamás había ocurrido que una situación los pusiera en este trance tan particular ...
    ... de que uno de ellos mostrase al otro sus genitales.
    
    –¡Ey! Hacelo, boludo, no te quedes mirando.
    
    Pero Pato no podía apartar la mirada de la pija de su amigo. Sobre todo de sus huevos peludos. De pronto, se puso de pie y fue al baño. Ese día no se habló más del tema hasta después de la cena, birra mediante.
    
    –Boludo, te quedaste mal hoy cuando te mostré la chota. No me di cuenta. Pensé que… nada, hay confianza, ¿no?
    
    –¡Más bien! –respondió Pato algo sorprendido por el tema que volvía sin previo aviso. –Lo que pasa es que… bueno, no me lo esperaba. Pero todo bien, posta.
    
    –Mirá Pato, hace bocha que nos conocemos, tenemos la mejor onda, ¿no? Y bueno, si vamos a convivir así, las 24 horas, mejor que hablemos de todo sin drama, ¿no te parece?
    
    Pato sonrió afirmando con la cabeza y sin pudor lanzó:
    
    –Tenés razón. Tienen olores diferentes.
    
    ***
    
    Desde aquella charla, algo cambió definitivamente. Pequeños gestos empezaron a incorporarse con naturalidad: hablar de todos los temas, compartir más momentos en común.
    
    Y olerse las pijas.
    
    Peli en la tele –a cualquier hora–, una birra y manoseada de ganso sin rastros de vergüenza. Diego era el más “compulsivo” en eso del toqueteo, pero Pato no se quedaba atrás. Los dos hacían eso sin reparar en el otro, como si hacerlo fuera igual a llevarse la mano al pelo o rascarse la nariz. Incluso Pato sacaba el tema con naturalidad, al punto de comentar una tarde, casi como un chiste, “hoy me huele más el culo que la pija”. Nada ...