Nuevas experiencias en mi haber
Fecha: 01/09/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Ishtar, Fuente: CuentoRelatos
Aunque ya tengo 57 años, desde 2015 sigo en este foro a algunos autores de relatos eróticos y gracias a ello decidí ser más abierta en mis relaciones, a entender algunos de los entresijos de mi mente y disfrutar su exploración. En este caso, la autora Mar, originalmente en una situación como la mía: me gusta el sexo oral, pero a mi esposo no, incluso se niega a que le mame la verga “porque es antihigiénico”, y ni se diga que él me chupe la panocha.
Afortunadamente, en todas mis relaciones anteriores sí tuve ese placer completo, incluso a uno de mis “amigos” –José, de quien ya escribí en el relato “¡Rico!”– sólo eso le permití durante casi 30 años, a los otros sí los dejé hacer mucho más. Sucede que al amante de Mar le gusta mucho chuparla cuando está cogida, incluso le pide que llegue a verlo, sin bañarse, después de que su marido la tuvo en cama todo el fin de semana y, más aún, también le lame la piel cuando ella se dispersó el semen de su marido en ella.
En algún comentario de los relatos de ella, yo escribí “Me parece que José me chupa más rico cuando mi marido me ha tomado. Voy a explorar el asunto preguntándole si le gusta más chuparme cuando llego cogida.” Mar, aseguró que era por eso y me hizo una sugerencia “Si te la chupa más rico cuando estás cogida, seguramente es porque le gusta la leche en la panocha. Cuando llegues cogida con José, y te la chupe, pregúntale ‘inocentemente’ si le gustó así, ‘porque olvidaste limpiarte’.”
Efectivamente, planeé ...
... tirarme a mi marido las dos noches anteriores a una de mis visitas con José y pasó lo que viene después.
Al llegar a su departamento, José me besó mientras me desvestía, él también lo hacía consigo. Cada pieza de ropa que me quitaba dejaba libre una porción de piel que él me acariciaba y me besaba. Cuando me quitó las sandalias mis pies recibieron, además de caricias y besos unas ricas chupadas. Después de que estuve en ropa interior, al quitarme el brasier, talló mis tetas en su pecho, me dio media vuelta y con sus mejillas acarició mi espalda, mientras sus manos amasaban con regocijo el frente y, eventualmente, me retorcían los pezones. ¡Yo estaba con la piel “chinita” por lo caliente! y pasé mis manos para atrás y atrapé su falo, le estiré el pellejo y con el pulgar distribuí el presemen en su glande.
Me volteó otra vez y chupó con enjundia mis senos, yo gemía y seguí jalándole la verga. Poco a poco, en cada bocanada que él me daba para cambiar de chiche, me iba acercando hacia la orilla de la piecera de la cama. De pronto, me empujó hacia el colchón y caí hacia el lecho; se escuchó el chasquido de su boca al soltarme violentamente el pezón. Me abrió las piernas y comenzó a chuparme la vagina. Se notaba que le gustaba mucho el sabor. incluso, lamió con deleite las ingles y espetó en un grito “¡Qué rica estás hoy, putita cogedora!”, era claro que se refería a mi estado de mujer que había satisfecho a su esposo con el saludo mañanero. El pene estaba muy erecto, “¿Tomaste ...