1. Dominado en el colectivo


    Fecha: 02/09/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: El otro yo, Fuente: CuentoRelatos

    “Dame tu teléfono” esas fueron las primeras palabras que escuché en mi vida de ella, de quien desconocía hasta su nombre pero ya había hecho que acabara 2 veces con mi boca.
    
    Mi nombre es Marcelo. Tenía en ese momento 40 años y me considero una persona más o menos normal, aunque siempre fui un poco tímido respecto al sexo opuesto. Cuando sucedieron los hechos que voy a narrar a continuación estaba casado pero mi relación ya no marchaba bien y hacía más de 3 meses que mi única compañera sexual era mi mano. Mi historia no fue el motivo de nuestra separación, que dadas las circunstancias hubiera llegado más temprano que tarde, pero si el empujón que necesitaba para separarme de mi mujer.
    
    Vivía en ese momento en la capital y trabajaba en la periferia. Si bien por mi situación económica podría haberme comprado un automóvil, dado que siempre viajaba a contramano, y en consecuencia más o menos cómodo, nunca lo consideré seriamente. Cuando estoy en el colectivo suelo deleitarme la vista con las ocasionales mujeres que comparten el transporte conmigo, de manera creo yo bastante poco disimulada. De todas formas las miradas cesan inmediatamente al notar que quien estoy observando se siente incómoda. En ese momento me dedico a mirar por la ventanilla tratando de no tentarme y dar vuelta la cabeza, más si a quien estaba viendo se sienta al lado mío. Nunca había pasado de más que unas torpes miradas y de llegar a pensar en decirle a la persona que importunaba con mi atención que me ...
    ... parecía atractiva.
    
    Un día mientras regresaba a mi casa vi subir al bus a una chica de no mucho más de 20 años. Era de contextura pequeña y de pocas curvas. Debía medir cerca de un metro y medio. Vestía un pantalón de jean gastado corto y una remera floreada. Llevaba unas chalas y cargaba una mochila. Lo primero que me llamó la atención de ella fue que tenía el pelo teñido de azul. Su piel estaba levemente bronceada, sus piernas eran preciosas y su mirada de ojos verde intenso como nunca había visto estaba coronada con un piercing en su ceja derecha. No era quizás una mujer por la que la mayoría de los hombres se dieran vuelta al verla pasar, pero algo en ella me atraía mucho. Me quedé observándola mientras buscaba un lugar donde sentarse. Me puse rojo como un tomate al descubrir que nuestras miradas se habían cruzado, ante lo cual, y para mi sorpresa, respondió con una sonrisa segura y seductora. Verla sonreír de esa manera por algún motivo me dio escalofríos y aumentó mi vergüenza. Vergüenza que llegó aún más alto al notar que se acomodaba a mi lado.
    
    Como solía acostumbrar fijé mi vista en el exterior forzándome a no mirarla. A los pocos minutos no pude seguir resistiendo y giré despacio mi cabeza hacia ella, que me devolvió la misma sonrisa de antes. Avergonzado bajé la cabeza encontrándome con sus tersas piernas desnudas y sus pies con las uñas prolijamente pintadas del mismo azul que su cabello. Levanté despacio mi rostro pudiendo observar que llevaba las manos del ...
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