1. Vuelo nocturno (II)


    Fecha: 03/09/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... da un vuelco cuando veo al barman que me observa fijamente mientras llena varias jarras de cerveza. Me quedo patidifusa y aparto la vista sin saber qué hacer. Regreso al cansino universo de las huecas reflexiones con las que sigue martilleándome mi marido como si realmente me interesaran ahora mismo.
    
    Observo de nuevo por si ha sido una alucinación, o bien para cerciorarme de que he visto a quien creo haberlo hecho. Ahora estoy segura de que es lo segundo. Nuestras miradas se encuentran. Mi rostro palidece al tiempo que el barman me sonríe brindándome el mismo gesto de hace unos meses en el avión, por lo que una vez más, esquivo su exhaustivo examen ante una situación que me resulta de lo más embarazosa. Por el contrario, a él parece no importarle el hecho de que mi marido esté a mi lado, incluso apostaría que para él es una motivación añadida.
    
    Mi esposo parece no darse cuenta de la tesitura y sigue en sus cábalas. Por mi parte, ya estoy deseando marcharme de allí a la mayor celeridad y por diferentes motivos. Me resulta difícil gestionar esta desconcertante situación a la luz de lo que puede delatar mi aventura del pasado y por ello tengo presente lo vulnerable que soy en estos momentos. Ese tipo, no sólo podría arruinarme la noche, sino mi vida.
    
    Aquel episodio casi lo había relegado al cajón de los recuerdos sombríos y, de forma no autorizada, este sujeto ha vuelto a interferir en mi vida, del mismo modo, y sin autorización, como si mi cuerpo quisiera confabularse ...
    ... con ese individuo, ha empezado a mandarme señales improcedentes, es por ello que mis pezones se empeñan en pretender horadar mi suéter a la vez que siento una necesidad imperiosa de meter la mano por debajo de la mesa, apretarme y aliviar la desazón de mis bajos.
    
    Aún estamos en los entrantes y todavía no nos han traído la cena. Vuelvo a desviar la vista hacia el mirón y advierto un gesto de complicidad. El joven nos trae las dos pizzas que hemos pedido, sin embargo se me ha ido el hambre por completo. Intento aparentar normalidad en una situación que es todo menos normal. Como dos porciones de pizza para fingir serenidad pese a que la boca del estómago se me ha cerrado a cal y canto.
    
    Mi marido advierte mi silencio, incluso que estoy jugando con el tallo de la copa de vino sin beber, sin comer y sin apenas hablar. Me pregunta qué me pasa. Solo le digo que se me ha ido el hambre, pero no el motivo. Quiero decirle que nos vayamos y nos saltemos la cena, el café y las copas, puesto que mis apetitos son ahora de otra índole. Debería avergonzarme por excitarme con el pensamiento de algo que hice en el pasado y de lo cual no me enorgullezco, y mucho menos con un fulano que no me parecía, ni de lejos, atractivo, sin embargo, ¿por qué me cuesta reconocer que aquella insensatez fue lo más morboso, salvaje y placentero que hice jamás? Eso me dice que el placer no está reñido con la persona que creemos que es la equivocada.
    
    —No has comido nada, —me advierte mi esposo, como si ...
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