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Vuelo nocturno (II)
Fecha: 03/09/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... movimientos pélvicos que impone mi esposo. Cierro los ojos un momento y visualizo al energúmeno que me folló en aquel reducido espacio del avión. Ambos movemos las caderas cada vez más rápido en busca del clímax. Empiezo a gritar como una posesa y él me sigue, no porque intente imitarme, sino por lo salvaje del polvo y el morbo tácito. Le pido más polla. Le exijo que me reviente el coño y se afana en ello, pero es cuanto tiene. Vuelvo a imaginar aquel mango abriéndome en canal y el clímax me atrapa gritando y suplicando verga. Mi marido me acompaña en el orgasmo y sus jadeos me confirman que lo ha disfrutado tanto o más que yo. Al recuperar el resuello nos miramos a los ojos y empezamos a reímos a carcajadas como dos adolescentes ante la adrenalina de haber cometido un acto ilícito. —Estamos locos, —asegura. —Sí, —afirmo con una sonrisa. —Tenemos que hacer esto más a menudo, —me dice mientras se viste. Yo hago lo propio y abandonamos el lugar. Me despierto por la mañana sudorosa y excitada. Mi marido ya se ha marchado a correr sus siete kilómetros. Mientras me recreo en la cama pienso en lo ocurrido la noche anterior. A ambos nos gustó cambiar las reglas del juego y el escenario. Lo que él no sabe es lo que motivó tal cambio. Las secuencias del avión se congregan otra vez en mi cabeza para perturbar mi sosiego. Cierro los ojos y me veo arañando la puerta del W.C. mientras el energúmeno arremete con fiereza desde la retaguardia hasta conseguir alzarme del ...
... suelo con cada embate. Mis dedos se pasean por la raja evocando el instante y por un momento me pregunto cómo será tenerlo de nuevo dentro sin el estrés añadido de que alguien nos pille infraganti. Reconozco que ese morbo implícito fue un acicate, sin embargo, tener más tiempo y dar rienda suelta a nuestros más bajos instintos debe ser el summum. Busco en el fondo del cajón de mi mesita a mi fiel compañero de viajes, paso la lengua sobre él y lo introduzco en mi boca imaginando el mazacote del barman. Ensalivo la polla de látex recorriendo su textura para después introducírmela por completo. Vuelvo a sacarla y repito el movimiento hasta que hallo el ritmo deseado, mientras el dedo corazón de mi mano izquierda atiende el pequeño nódulo trazando movimientos circulares. Saco la polla de plástico embadurnada de mis caldos y me la trago con sonoros chasquidos hasta provocarme una arcada, después me la ensarto otra vez de tal manera que mis gemidos se intensifican. Mis caderas se retuercen serpenteando mientras me follo con la enorme polla. —Fóllame cabrón, —le grito al barman en voz alta como si estuviese conmigo y fuese el artífice de mi placer. El orgasmo me atrapa en esa fantasía gritando y articulando despropósitos. Pasada la euforia me pregunto si realmente es lo que quiero. No respondo por condicionantes sociales y culturales, pero en el fondo me atrae la idea. No es más que puro morbo, lujuria y un placer que aquel sujeto desató abriendo la caja de pandora, y en ...