Vuelo nocturno (II)
Fecha: 03/09/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... acabase de descubrir el primer genoma.
—No me encuentro muy bien. Necesito aire. ¿Por qué no pides la cuenta? —le digo, y servicial como sólo lo es él, levanta el brazo llamando al joven que acude ipso facto, no obstante, es el hombre de la barra quien nos trae la nota, al tiempo que nos pregunta si todo ha sido de nuestro agrado mientras me mira fijamente esperando una respuesta hasta que le digo que todo estaba delicioso intentando aparentar normalidad. Pero en esa mirada van implícitas muchas más cosas que mi respuesta. El hombre asiente y me sonríe. Mi corazón me late de forma descontrolada hasta querer salírseme del pecho. Su cuerpo casi roza con el mío, incluso hasta me parece advertir el olor del baño del avión y por unos segundos parece que viajo en el tiempo. Cosas del cerebro. Compruebo que su mirada se ha clavado en el canalillo de mi escote y retorcidos pensamientos rebotan en mi cabeza, y mientras mi marido teclea el número secreto de la tarjeta de crédito en el datáfono, el hombre me ofrece una tarjeta de visita por si deseamos encargar mesa en un futuro, pero estoy segura de que hay otra intencionalidad camuflada.
En el coche, de camino a casa mi excitación va in crescendo. Las imágenes se suceden una tras otra como flashes en mi cabeza repiqueteando mis sentidos de tal modo que puedo notar la humedad entre mis piernas. Acaricio mi pezón derecho con disimulo y mi braguita resbala dentro de mi raja. Me apetece hacer una locura en vez de echar el típico ...
... polvo salvaje de los sábados en la cama.
Poso mi mano en su entrepierna, pero parece que él no está tan excitado como yo. Le desabrocho el pantalón.
—¿Qué haces? ¿Estás loca? —me pregunta y le contesto que sí, pero por él.
—¿Por qué no hacemos una locura como en los viejos tiempos? —le pregunto yo. Él me mira como si estuviese ida.
—¿No te encontrabas mal?
—¡Para el coche en un descampado y fóllame! —le digo mientras su polla se hincha en mi mano.
Buscamos las afueras de la ciudad y detiene el coche en un polígono industrial donde solíamos ir en tiempos remotos cuando las alternativas eran limitadas.
—Estás loca, —me dice al mismo tiempo que meneo su polla con dinamismo. A continuación, mientras reclina el asiento me deshago de las bragas, le bajo los pantalones hasta los tobillos y me monto sobre él hundiéndome su verga por completo. Sus manos destapan mis tetas y me las oprime con fuerza al tiempo que yo cabalgo sobre mi corcel. Unos cuantos brincos bastan para que el orgasmo golpee mi coño traduciéndose en múltiples convulsiones internas, acompañadas de gemidos de placer y algún que otro grito exaltado. Después de ese sublime instante me pregunto si no me he delatado, pero me doy cuenta que está ahora demasiado excitado como para andar a la caza de incongruentes explicaciones. Me da la vuelta, se posiciona sobre mí para empezar con empujones lentos hasta convertirse en enérgicos embates. Mi excitación regresa e intento sincronizarme con el ritmo de los ...