Él es ajeno
Fecha: 07/09/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Milk, Fuente: CuentoRelatos
... siguió un chorro qué ocurrió hasta el asiento, bajó mis piernas y se recostó sobre mí, podía escuchar lo acelerado qué estaba, busqué su rostro y lo besé. Lo acosté de lado y nuestras miradas se cruzaron, le dije que ahora tendríamos que limpiar, el se rió y me beso, me levanté y traté de acomodarme frente a él, estaba acostado boca arriba, viendo el techo del auto, me inque frente a él y sin decir nada metí su pene a mi boca, él se levantó de inmediato y pude ver en si rostro asombro, comencé a meter y sacar su pene, con mis manos lo acariciaba y con mi boca trataba de succionar lo un poco, comenzó a gemir, tomó mi cabeza, metió sus dedos entre mi cabello y comenzó a follar mi boca, sus gemidos aumentaron y con ello la velocidad, trataba de no ahogarme pero sentía como su pene tocaba mi garganta.
Sin esperarlo vino una segunda descarga, sentí como su leche comenzó a escurrir por mis labios, mientras exclamaba lo rico que la chupaba. Soltó mi cabeza, así que seguí con mi trabajo, procuraba lamer todo, mi lengua recorría su pene desde la raíz hasta la punta y cuando llegaba a ella, le daba lamidas más grandes y lo metía nuevamente a mi boca.
Después de un tiempo solté su pene y lo besé, baje por su cuello dando pequeñas mordidas, me aparté y le ...
... dije que era momento de ir a casa. El regreso a su asiento, encendió el coche, puso una mano sobre mi pierna, levantó la falda qué me acababa de acomodar y la subió hasta mi entrepierna.
—Dejame verte mientras te llevo a tu casa.
—¿Qué gano yo?
—Que esto se repita. —sin dudarlo levante mi falda y abrí mis piernas.
—¿Así?
—Perfecto, ahora enséñame tus tetas. —me quité la sudadera, ya que alguien había destrozado mi blusa, por suerte mi sujetador estaba intacto, le dio un golpe a mis senos.
—Son tan grandes qué no me importaría meter mi pene ahí.
—¿Y tu novia?
— Eso no importa ahora, a ella la amo, pero no puedo vivir sin ti, todo de ti es tan excitante qué no me imagino dejarte.
—Pero yo no quiero ser plato de segunda mesa cariño, quiero mis propias cosas.
—Tú pide lo que necesites.
—¿Me darás lo que quiera y cuando quiera?
—Si te puedo seguir cogiendo, hago cualquier cosa por ti.
—Me reí, y lo besé —jamás me había sentido tan bien, al llegar a mi casa y pensar en todo lo que había ocurrido, no podía evitar pensar en que le estaba haciendo daño a alguien inocente, y tenía que admitirlo, ahora que es ajeno me gusta aun más, lo quería para mi, quiero volverlo loco por mí, no me importa a sobre quien tenga que pasar.