1. Doña Gadea


    Fecha: 12/09/2024, Categorías: Lesbianas Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos

    ... aun así, a veces cerraba la puerta de la agencia cinco minutos y me hacía algo rápido en el baño. Yo estaba caliente a todas horas, había un sentimiento de amor, un enamoramiento brutal por mi parte, era mi primer gran amor, un amor que barrió para siempre a Áurea, mi amor de juventud, pero había también mucho morbo, deseo, ganas de experimentar con mi cuerpo y el suyo y por supuesto una dosis importante de frustración.
    
    Recuerdo una conversación que tuvimos una noche, fue muy breve y muy surrealista también. Gadea me sorprendió con una pregunta directa.
    
    -Rosa, a ti, ¿desde cuándo se te ha dado por esto?
    
    - ¿A qué llamas tú esto?
    
    -Ya sabes, a lo de que te gusten las mujeres.
    
    -Se llama lesbianismo, no debería darte miedo la palabra.
    
    -Sabes que no me da miedo.
    
    - ¿Entonces?
    
    -Es igual, olvídalo.
    
    Como digo su superioridad moral sobre mí era tal, que en vez de enfadarme por preguntarme por mi lesbianismo como si fuese una ocurrencia mía o un capricho pasajero, fui yo la que me disculpé por mi tono y acabé contándole mi gran secreto, ese amor que siempre había sentido por Áurea y nunca había llegado a nada. Por supuesto ella conocía a su familia y a Áurea, eran propietarios de una de las farmacias del pueblo y ella estudiaba ahora farmacia en Santiago. Mostró muchísima curiosidad por mi historia e incluso insistió en saber si había habido algo sexual o no entre nosotras. Yo le espete que ella era la primera y única mujer con la que me había acostado y eso ...
    ... le provocaba una gran incomodidad. Pero la curiosidad es una de las grandes fuerzas que mueve el mundo y siguió preguntándome cosas, así decía ella: cuéntame cosas. Yo confiaba en que nadie mejor en el mundo me guardaría mis confidencias, por cuenta que le traía. Le confesé mi gran debilidad, las madres de mis amigas y me hizo repasar una por una todas aquellas que habían despertado mi lívido, conocía a la mayoría, le hablé de sus cuerpos, lo que más me gustaba de cada una y escuchaba mi voz en silencio. Estábamos en el sofá de su habitación, a los pies de la cama, tapadas con una manta, era ya muy tarde. De las madres pasé a las hijas y eso le gustaba todavía más a Doña Gadea, le dimos un buen repaso a las jovencitas más atractivas del pueblo. Por primera vez ella comenzó a masturbarse, siempre se lo hacía yo, pero aquel día descubrió lo bien que dos chicas pueden pasárselo hablando, a poco que se suelten y olviden los prejuicios. Yo aparté la manta porque me daba mucho morbo ver como una mujer, que no era yo, se hacía una paja, a ella no le gustó, pero si quería que yo siguiese poniéndola cachonda tenía que aguantarse. Yo empecé a tocarme también. Acabé descubriendo que a ella le gustaban rellenitas, tanto las madres como las hijas. Pero lo que de verdad la puso en órbita fue cuando recordé el año que había llegado ella a dar clase a mi instituto, le recordé como vestía, como me fijaba en ella cuando la veía en los pasillos, como me gustaban sus pechos y sus minifaldas. Nos ...
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