Doña Gadea
Fecha: 12/09/2024,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos
... nombres de cada nueva recién llegada, ninguna se llamaba María o Paula o Beatriz. Todas tenían un nombre en diminutivo de máximo dos sílabas y me hacía gracia que ya casi era capaz de adivinar el nombre de la siguiente, las combinaciones posibles se agotaban.
Nunca he vuelto a ver gente tan superficial, en cuanto dieron cuenta del ágape empezaron a alardear de sus maridos, todas creían estar casadas con el hombre más maravilloso del mundo. La que no estaba casada con un concejal lo estaba con un procurador o un abogado o un alto mando de la Benemérita. Apenas oía a Gadea, su hermana llevaba la voz cantante y fue ella la que empezó a vacilarla preguntando cuando vendría su marinerito a visitarla. Gadea intentó aclarar, como hacía siempre, que su marido era capitán de un mercante y no marinero, pero ya era demasiado tarde, las lobas habían olido sangre y las indirectas empezaron a volar por el salón, ella al principio intentaba encajarlas con buen humor, pero poco a poco dejé de oírla. ¿Pero qué problema había en casarse con un marinero? El aquelarre continuó toda la tarde, cuando se cansaron del tema de su marido empezaron a meterse con como tenía la casa, yo misma me daba cuenta que la decoración, sobre todo del salón, era horrible, pero que clase de gente se dedica a ir a la casa de alguien a quejarse de todo. Después de comerse los pasteles y canapés alguna de ellas preguntó dónde los había comprado porque no estaban muy frescos.
La tarde fue interminable, a pesar ...
... del disgusto que tenía por cómo se había referido a mí no pude evitar sufrir con ella el vapuleo que recibió durante horas. No sé de dónde sacó la fuerza para ir despidiendo, una a una, a todas las víboras con una sonrisa y buenas palabras, pero lo hizo. Oí desde la habitación del niño como se hacía el silencio. Le di diez minutos y llegué al salón intentando disimular, pero no hacía falta. Las lágrimas recorrían sus mejillas, eran como dos ríos caudalosos. Nunca más he visto lágrimas así, tan abundantes ni tampoco a nadie llorar tan desgarradoramente en absoluto silencio. Cosas que la gente de origen humilde nunca dominaremos. La abracé tan fuerte como pude y le robé un beso en los labios, lo confieso, no me supo a nada, bueno me supo a sal, pero no me gustó aprovecharme de alguien que estaba viviendo un momento muy bajo. Ella me tuvo abrazada un buen rato hasta que oímos a su hijo llorar. Ni entonces quería soltarme. Era comprensible, después de pasar toda la tarde entre reptiles, le reconfortaba abrazar a alguien de su especie.
Le traje a su hijo de la habitación y empecé a recoger el salón, esa era otra, menudas cerdas, como lo habían dejado todo. Poco a poco fui expresando en voz alta todos estos pensamientos y acabé arrancándole una sonrisa. Me llevó horas adecentar aquel salón y luego la cocina. Cuando terminé Gadea me ofreció un sobre con dinero que rechacé. Rompió a llorar otra vez. Pasé la noche con ella, pero simplemente dormimos abrazadas. Al día siguiente yo ...