1. Doña Gadea


    Fecha: 12/09/2024, Categorías: Lesbianas Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos

    ... por la ventana y vi que era un taxi que se llevaba a mi competencia al aeropuerto. Pasaron los días y la cortina de Doña Gadea solo se abría ocasionalmente para tender la ropa. Llegué a la conclusión de que era lo mejor, volver a mi casi humillante relación con ella, en las mismas condiciones no me traería nada bueno. Además, por fin había conseguido quitármela de la cabeza, mi amiga y gran amor platónico Áurea me había pedido ayuda para comprar un piso en Santiago. Era un regalo de sus padres y como yo conocía el sector pensó que le sería de gran ayuda. Me presentó a su novio, eso fue lo peor, pero sabía desde siempre que no tenía nada que hacer con ella.
    
    Así que cada vez que podíamos las dos íbamos juntas a Santiago para intentar encontrar algo que se ajustase a su presupuesto.
    
    Al final la cortina de Doña Gadea empezó a abrirse. Poco a poco noté que empezaba a buscar el acercamiento conmigo. Si coincidíamos cada una en su cocina, normalmente preparando la cena, notaba su mirada buscando mi saludo. Yo la evitaba, quería imaginarme que no existía, pero al mismo tiempo abría mi cortina, aunque me decía que era para no sentirme tan sola. La muy... estaba guapísima y vestía para mí cada noche, nada vulgar, pero siempre muy sugerente. Se había comprado ropa nueva y acabé apagando la luz y masturbándome mientras la miraba, ella intuía que la estaba observando, pero no quería darle el gusto de estar segura. Cada noche actuaba para mí, la mejor fue un sábado. Se puso un ...
    ... vestido que me recordaba además a la buenorra de su hermana. Era muy de verano, con estampados amarillos sobre azul, sin tirantes en los hombros, con elásticos para sujetarlo al busto, la cintura muy alta y muy cortito y con vuelo, de esos que no te puedes poner un día de viento. Con semejantes cántaros podía bajárselo muchísimo sin que se le viesen los pezones y seguía siendo cortito. Se paseó por la cocina, se lo levantó varias veces pretendiendo mirarse un granito para que viese que no llevaba nada debajo. Cuando se bajó la parte de arriba y se sacó los dos pechos fuera yo ya me había corrido una vez, los echaba de menos, por muchas veces que los viese nunca dejarían de hipnotizarme, su cuerpo era tan proporcionado en todo, que aquellos pechos, fuera de lugar, parecían obra de un dibujante de uno de esos cómics eróticos. Se me secó la garganta cuando la vi coger de un armario el chisme de sacarse leche. Hablé sola en voz alta, dije un taco y algo así como: sí que empieza a estar desesperada mi vecina. Se quedó de pie frente a la ventana con el culo apoyado en la encimera, se colocó la cosa esa en el pecho y empezó a accionar el artilugio para bombear poco a poco la leche. Yo comencé a tocarme de nuevo, quería correrme otra vez y quitarme de la cabeza las ganas de cruzar el rellano y llamar a su puerta o echarla abajo. Llegó a llenar la mitad de la botella y se cambió el sacaleches al otro pecho. En su cara se esbozaba una ligera sonrisa. El primer pecho continuó segregando leche ...
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