1. Doña Gadea


    Fecha: 12/09/2024, Categorías: Lesbianas Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos

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    La próxima curva cerrada y peligrosa de nuestra relación llegó unos días más tarde, pero esta vez yo llevaba el cinturón de seguridad puesto. Quizás lo que ocurrió hubiese sucedido igualmente unos días o semanas más tarde, o quizás yo hubiese caído antes en sus manos como un pajarito. El caso es que un viernes por la tarde el azar quiso que Gadea nos viese a Áurea y a mí yéndonos juntas en coche hacia Santiago. Nosotras la vimos también y la saludamos con educación, las dos la conocíamos. La razón de nuestro viaje era tan simple e inocente como volver a ver un apartamento por el que mi amiga ya casi se había decidido, pero al saludarla yo noté que su sonrisa y saludo eran muy forzados. No le di mayor importancia y me olvidé del tema.
    
    Áurea pago la señal y firmó el precontrato de compra aquella tarde, me invitó a cenar para agradecerme la ayuda y luego nos fuimos a dar una vuelta por Santiago. Nos lo pasamos muy bien. No serían menos de las dos de la madrugada cuando subí hasta lo alto del faro y abrí mi puerta. Oí un ruido tras de mí y me llevé un susto de muerte. Era Gadea con la cara llena de lágrimas y los ojos rojos de haber estado horas llorando. Se abalanzó sobre mí entre sollozos, dudé por segundos si para agredirme o para abrazarme. Se agarró a mi cuello balbuceando y lanzándome preguntas.
    
    - ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué no me perdonas? ¿Quieres que me muera de celos? Vuelve conmigo por favor. Dime que no te has acostado con ella.
    
    Hablaba ...
    ... atropelladamente, no me gustaba verla en ese estado, no me ponía nada. Le pedí que se tranquilizara, encima oímos que el niño estaba llorando y entré en su casa para ver que estuviese bien. Conseguí que se durmiese y volví a la cocina donde ella esperaba, al menos había parado de llorar. No sabía qué hacer, ninguna decíamos nada, me dolía verla allí hecha una piltrafa, con la mirada perdida. Le hablé para asegurarme que me podía ir y saber que ella estaba en condiciones de ocuparse del niño.
    
    -Menos mal que no tenemos vecinos porque menuda hemos liado.
    
    -Perdóname Rosa, menuda he liado yo. ¡Qué vergüenza!
    
    - ¿Vergüenza? Por lo menos has dejado salir lo que tenías dentro.
    
    - ¿Te estás acostando con ella?
    
    -No es asunto tuyo.
    
    Yo no iba a cometer los mismos errores otra vez, ahora tenía la sartén por el mango. Fui dulce y cortante a la vez, tuve mano derecha y mano izquierda, le dije que mi amistad la tenía asegurada pero que mi amor tenía que ganárselo de nuevo y que no le sería fácil. Por su reacción comprendí que estaba convencida de que Áurea y yo estábamos liadas y tardó meses en perder ese miedo. No me importaba.
    
    -Pero como voy a competir con una jovencita preciosa y que además es el sueño de tu vida?
    
    -Has oído alguna vez la expresión: ¿la tierra para quien la trabaja?
    
    -Por supuesto.
    
    -Pues ya sabes.
    
    Gadea era de todo menos tonta. Me entendió perfectamente, si me quería de vuelta en su cama tenía que ganárselo.
    
    La verdad es que me dolió verla humillarse ...
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