Doña Gadea
Fecha: 12/09/2024,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Rosa1972, Fuente: CuentoRelatos
... cenar yo, apoyada en la pared de mi cocina, junto a la ventana, con uno de mis pies sobre una silla, respiraba profundamente y dibujaba círculos con mi dedo corazón sobre la entrada de mi coño, era la primera vez que me masturbaba viendo una mujer de verdad y no una fruto de mi imaginación. Un par de veces salió de la cocina, probablemente para echar un vistazo al pequeño, y acabó trayendo uno de esos interfonos para escuchar su llanto.
La segunda vez estaba a punto de correrme y aguanté hasta que volvió. Se puso la tele mientras cenaba y yo me quité el albornoz para abrir bien mis piernas y correrme mientras ella se tomaba el postre.
Aún esperé a que lavase los platos y volví a excitarme con el dichoso pantalón del pijama que se caía hacia sus muslos y me dejaba ver a medias su culo. Me quedé con ganas de ver sus enormes tetas y tuve que imaginármelas. Ya metida en mi cama, seguía tan cachonda, que por primera vez en bastante tiempo no pensé en Áurea, la chica que me gustaba desde que yo recordaba, estaba tan enamorada, que hasta en mis pajas la respetaba y no pasaba de imaginarme que la besaba o como mucho la recordaba en bikini cuando íbamos a la playa. Pero aquella noche la Áurea que se había instalado en mi cerebro años atrás comenzaba a empaquetar sus cosas y hacer las maletas para dejar sitio a Gadea, que traería consigo un torbellino de morbo y deseo sin los peajes sentimentales de la adolescencia. En mi imaginación le hice de todo, me comí su coño, la besé, la ...
... desnudé y la vestí, me corrí imaginándome mamando de sus pechos y bebiéndome su leche.
Capítulo 2.
A la mañana siguiente me desperté muerta de sueño, helada con el frío que hacía en casa, seguía tan sola como lo había estado toda mi adolescencia, a mis veinte todavía no me había estrenado, el día estaba tan oscuro como el anterior y probablemente como el siguiente, seguía lloviendo. Quien no se haya levantado así de negativa más de un lunes que levante la mano.
Sali de casa intentando hacer el menor ruido posible. No quería delatar mi presencia todavía. Algo que la gente joven de ahora nunca podrá entender es la excitación que a las de mi generación nos producía un simple desnudo, algo que ahora tienes con solo desbloquear tu móvil.
Quería probar suerte un día más y esperaba que Doña Gadea me obsequiase con algo mejor que su pijama por la noche.
Llegué tarde a trabajar, me disculpé con mi jefe. Era un buen hombre, algo muy raro en el sector inmobiliario, tenía unos sesenta años. En aquella oficina yo era su única empleada, solía pasar un par de horas conmigo cada mañana leyendo el periódico y luego se iba. La verdad, en invierno había muy poco trabajo. La que no me miraba tan bien era su mujer, tenía unos cuarenta y cada vez que aparecía por la oficina me amargaba el día, creo que estaba celosa o temía que le quitase a su marido o simplemente le intimidaban mis veinte años. ¡Si supiese que de buen gusto me metería con ella en la cama antes que con su marido! Lo ...